03 Feb 2020

Jesús es mayor que cualquier fuerza maligna

“Es que Jesús le había dicho: «Espíritu malo, sal de este hombre” (Mc 5, 8)

Mirando la situación de ese hombre del Evangelio, poseído por un espíritu impuro, nosotros somos tomado de compasión, así como Jesús, porque ese espíritu impuro era terrible, llevaba aquel hombre a vivir como muerto. Él vivía en el cementerio, en medio de las tumbas, y nadie conseguía atarlo. El espíritu perturbaba mucho aquel hombre, pero cuando Jesús se acerco, el espíritu se agito, y Jesús pregunto cual era el nombre de él. Cuando él dijo que era “legión”, lo que significa muchos espíritus, podemos percibir la historia que esta oculta por tras de mucha agitación, de mucha perturbación, de mucha maldad e impureza de aquel hombre, especialmente la falta de paz y el tormento que dio la vuelta en la vida de aquel hijo de Dios.

El demonio, que nosotros llamamos de espíritu inmundo bajo la forma de muchos, convirtió la vida de ese hombre desgobernada, impura, sin sentido, convirtió la vida de ese hombre, prácticamente, una vida muerta, y es por eso que él vivía allí en el cementerio.

Recurramos al poder de Jesús, recorramos al nombre de Jesús, porque Él no nos quiere impuros

Dejame decir a ti: los espíritus están allí, sembrando toda impureza, maldad, perturbación y agitación, poniendo, realmente, el mal en nuestra alma, en nuestro corazón, para que no vivamos en Dios, pero sin divididos, atormentados. Los espíritus impuros quieren robar la paz, el don precioso que Dios nos dio. Y si dejamos, si permitimos, ellos van crecer en nosotros. ¡Ellos están en nuestra cabeza, quitando nuestra paz interior. ¡Vivimos muchos fantasía! Y los espíritus impuros toman cuenta también de nuestro corazón, de nuestros afectos y sentimientos. ¡Mira cuanta cosa confusa se apoderando de nuestra vida!

Lo que Jesús ordenó para aquel hombre – “¡Espíritu malo, sal de este hombre!” -, Él también quiere ordenar a mi y a ti. “¡Espíritu impuro, sal de mí, sal de ti! Espíritu impuro, sal de nuestro medio, pare de perturbarnos y de agitarnos, especialmente, pare de dejarnos sucios, impuros, inmundos”.

Mira, nosotros hablamos lo que tenemos dentro de nosotros, y cuantas cosas sucias salen de nuestra boca, cuantas cosas inmundas, perturbadoras, cuantas palabras malditas nosotros soltamos! ¡Cuantos pensamientos desordenados nosotros llevamos en nosotros! No, no necesita necesita nadie pensar que es un posesivo, un poseído, ero nosotros no podemos también negar la fuerza del mal que, muchas veces, esta en nosotros. Eso no es para perturbarnos, para tomar una convicción de que Jesús es mayor que cualquier fuerza maligna. Si el mal esta en nosotros, es porque nosotros no estamos enteros en Jesús, y si hay un mal en nosotros, por favor, recurramos al poder de Jesús, recorramos al nombre del Señor, porque Él no nos quiere libres y libertos por el poder de su nombre.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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