04 Sep 2021

Cuidemos para que nadie perezca de hambre

“El hijo del hombre es dueño del sábado” (Lc 6, 5).

Los fariseos están cuestionando a Jesús porque sus discípulo, en día de sábado, están arrancando las espigas y comiendolas, desgranando sobre las espigas, ellos están cuidando de la propia alimentación. Y los fariseos están allí con aquella dureza de corazón, siempre con las mismas cuestiones: “¿Por que sus discípulos hacen lo que no es permitido en día de sábado?”. Pero, si incluso David entro en la casa de Dios, cogio los panes que eran ofrecidos a Dios y comió para saciar el hambre de él y de sus compañeros – y David conocía la Ley de Dios, David era un hombre de Dios -, nadie cuestiono lo que David hizo; y Jesús es más que David.

¿Entonces, si David hizo eso para saciar su hambre, por que los discípulos no pueden en aquel día hacer eso para saciar el hambre de ellos? No hay día, no hay momento que nosotros podemos quedarnos estancados, especialmente, para la practica del amor y de la misericordia.

Cuando alguien llama a tu puerta, cuando alguien de tu lado esta pasando hambre, pasando necesidad, sacie la hambre de él. Porque, si el hijo esta necesitado, sea el dia y el momento que sea, tu busca saciar el hambre de él, tu no dejaras que él perezca por falta de cuidado porque tu tienes otros compromisos, otras responsabilidades… Tu no vas a dejar que los suyos perezcan en el hambre . Como nosotros no podemos dejar nadie perecer de hambre o pasar necesidad, sea cual sea la ocasión.

Cuando alguien de tu lado esta pasando hambre, pasando necesidad, sacie la hambre de él

Pero aquí es especialmente la necesidad de liberar el corazón del apego al legalismo, porque no sirve a Dios apegado solo a las leyes y los preceptos. Queremos, muchas veces, aún vivir una religión del legalismo y de las practicas religiosas. Las practicas religiosas son importantes, ellas hacen una base para nuestra alma y para nuestro espíritu, pero, si las practicas religiosas no nos convierten personas misericordiosas, amorosas, acogedoras, si las practicas religiosas, las oraciones que hacemos no nos llevan a vivir el amor y la misericordia; ¿de que sirve nuestras practicas? ¿Es para adorar a Dios o para adorarnos a nosotros mismo? ¿Es para convertirnos heroes de la fe o para convertirnos, de hecho, discípulos de Jesús, practicando lo que Él practico, viviendo lo que Él vivió, enseñando lo que Él enseño y, por encima de todo, ejerciendo el amor que Él nos enseño a ejercer?

¡Él es el Señor del sábado, Él es el Señor de toda la Ley, Él es el Señor de todo el mandamiento, por eso, amemos; porque así estaremos viviendo lo que el Señor nos enseño!

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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