08 Jun 2019

La acción de Jesús renueva todas las cosas

“Este mismo discípulo es el que da testimonio de estas cosas y el que las ha escrito, y sabemos que su testimonio es verdadero. Jesús hizo también muchas otras cosas. Si se las relata detalladamente, pienso que no bastaría todo el mundo para contener los libros que se escribirían” (Jn 21, 24-25).

Juan, el discípulo amado, aquel que siguió Jesús con ternura, amor y afecto, en la conclusión de Su Evangelio, hace la narrativa primero del encuentro final con Jesús. Pero él nos trae también su testimonio, porque es testimonio de todo aquel que escribió. Él vivió, presencio y, ahora, nos da la oportunidad de conocer todo que Jesús pasó en nuestro medio.

Juan esta diciendo que Jesús hizo muchas otras cosas que no daba para escribir. Mira que los cuatro Evangelios no fueron suficientes para decirnos todo sobre la vida de Jesús, de la acción, de la presencia y del amor de Él vivo entre nosotros.

No da ni hoy para escribir, para narrar, para hablar de todo que Jesús ha hecho y transformado. Conocemos la vida de algunos santos, conocemos los testimonio de algunos hermanos, pero no toda la eternidad va ser suficiente para testimoniar, para ver y contemplar toda la acción renovadora de Jesús en la Tierra, en el medio de la humanidad.

Jesús, el hombre lleno de Espíritu, renovó el mundo por donde pasó. Jesús, el hombre lleno de Espíritu renueva el mundo, renueva vida cuando permitimos que Él actúa en nosotros.

Permitamos que la acción de Jesús en nosotros sea continua, transformadora, renovadora y santificadora

No da para prescribir ni poner en hojas todo aquello que Jesús ha hecho. ¿Sabe por que? Porque Él puede hacer mucho más. Él quiere y necesita hacer mucho más. Lo que Él necesita, en realidad, es de corazón, de almas, de hombres que se abran para su acción renovadora, que hace nueva todas las cosas.

Por eso, en este día que nos ponemos en la expectativa del Pentecóstes, de recibir en nosotros el Espíritu de Jesús, permitamos que la acción de Jesús en nosotros sea continua, transformadora, renovadora y santificadora, para que, en el libro de la vida, el nombre de cada uno de nosotros esté escrito: “Una obra nueva de Dios. Una vida transformada por Dios”.

¡Que nuestro nombre, por la gracia del Espíritu, esté grabado para ser en el libro de la eternidad!

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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