16 Feb 2019

Tengamos compasión y nos solidaricemos con los más necesitados

Jesús tiene compasión de todos aquellos que no tiene lo que comer

“En esos días, volvió a reunirse una gran multitud, y como no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer” (Mc 8, 1-2).

Jesús es el Maestro que alimenta los Suyos. Él alimenta con el pan de la Palabra; Él enseña, predica. Él guía los corazones para el Reino de los Cielos. Pero el hombre no vive solo de la Palabra. El hombre vive, también, del pan que alimenta, sacia y mantiene en pie. Por eso, Jesús tuvo compasión de aquella multitud que hay tres días lo seguía y no tenía nada para comer. Entonces, Él manifiesta a Sus discípulos a preocupación de Él.

Nosotros, como discípulos de Jesús, necesitamos escuchar la preocupación del Maestro. Él esta preocupado con multitudes que, en el mundo en que vivimos, no tiene lo que comer.

El hombre tiene sed y hambre de Dios. Y nosotros necesitamos llevar Dios a los corazones, anunciar Su Palabra y proclamar Su amor. Pero, por favor, no vivamos la hipocresía de la predica. No basta anunciarnos en los micrófono, en los medios de comunicación y en las redes sociales que “Jesús es el Señor”, si no nos preocupamos con la hambre de las personas.

Son muchos los hambrientos y son grandes las multitudes que, en este mundo, no tiene lo que comer. En nuestras calles, niños pasan hambre; en nuestras ciudades, padres de familias, hombres y mujeres, muchas veces, no tiene lo que comer.

Es doloroso decir que muchas personas comen alimentos estropeados; comen alimentos que hacen mal solo para poder engañar la hambre. Mientras eso, en nuestras casas, tiramos comida fuera, niños solo comen lo que quieren y tiran comida fuera.

Perdemos la consciencia del valor sagrado del alimento y perdemos la consciencia del valor sagrado de la solidaridad. Nuestra solidaridad tiene nombre, ella se llama compasión. Jesús sufre con todos aquellos que sufren. Él sufre el hambre, la penuria; sufre por no tener lo que comer.

No se trata de explicaciones sociológicas para el hambre, para la miseria humana, porque tendríamos varias razones y explicaciones. Aquí, se trata de cuidar de quien pasa hambre, de dar el pan a quien no tiene lo que comer, de repartir lo que tenemos en nuestra casa, ir al encuentro de aquel que es necesitado.

No podemos permitir que, a nuestro lado y hasta lejos de nosotros, cualquier hijo de Dios pasa hambre. No podemos, en nuestra consciencia cristiana, decir que ese problema no es nuestro. Eso sería señal de que no somos discípulo de Jesús, porque Él quien llama Sus discípulos para decir que tiene compasión de aquella multitud que no tenía lo que comer.

Jesús dice, aún hoy, que tiene compasión de todos aquellos que no tiene lo que comer. Multipliquemos nuestros panes, los alimentos que tenemos en nuestra casa. Multipliquemos nuestra solidaridad para que posamos dividir y repartir con aquellos que no tiene.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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