En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor” (Jn 15, 9).
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Mis hermanos y mis hermanas, “permanecer en el amor de Cristo”, ese es el imperativo vital para la vida de todos nosotros, para la vida de todo cristiano: “permanecer en el amor de Cristo”. Y la palabra permanecer, el verbo permanecer, nos refiere a un lugar y un tiempo, donde quedar y por cuanto tiempo quedar. Jesús ofrece Su amor como un lugar donde nosotros podemos vivir.
¿Tu ya has hecho la experiencia de alojarse en algún lugar en un momento de tempestad, cuando tu necesitas de ese refugio? Consigues tener una idea de lo que Jesús está ofreciéndonos: Su amor como un lugar para los momentos de tempestad de nuestra vida.
Si Tu amor es un lugar, nosotros necesitamos ir hacia ese lugar, nosotros necesitamos entrar en ese lugar, eso significa dar pasos, vencer obstáculos, elegir algunos caminos que nos llevan a él y también abandonar otros caminos que nos desvían de ese amor. ¡En estos tiempos, nosotros estamos aprendiendo sobre el camino sinodal, el camino sinodal; la Iglesia ha vivido dentro de esta temática, y cuanta cosa nosotros necesitamos aún aprender sobre eso! Porque vemos muchos de nuestros hermanos cristianos e incluso, muchas veces, nosotros acabamos recurriendo otros caminos, caminos paralelas, caminos que no llevan a Cristo, desvíos y atajos… Nosotros aún necesitamos aprender mucho sobre el camino sinodal.
Cuando esta fuera del amor, la vida pierde el sentido y todo se convierte en tinieblas
Si el amo es un lugar, nosotros necesitamos también entrar en Él. Cristo dijo que Él es la puerta, entrar por Cristo significa pasar por la puerta dejada por Él. Especialmente aquella puerta de la Misericordia y de la Reconciliación. Experimentar el amor de Cristo, sin el sacramente de la Reconciliación, es imposible. Nosotros necesitamos del perdón de Dios, nosotros necesitamos entrar y pasar por Su misericordia. Cuando está fuera del amor, la vida pierde el sentido y todo se convierte en tinieblas; nosotros perdemos la alegría de vivir y perdemos la fuerza para seguir. Nosotros necesitamos de la experiencia del amor. ¡Por eso volvámonos para el amor, que es Cristo! Vamos obedecer al mandamiento de Jesús: “Permanecemos en su amor para que tengamos vida, y vida en abundancia”.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!