13 Feb 2022

Viva la bienaventuranza de ser de Dios

“Entonces Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo: «¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece! ¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados! ¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán! ¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y los proscriban, considerándolos infames y los proscriban, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre!” (Lc 6, 20-22).

Un detalle bonito que el Evangelio de Lucas nos presenta es ese: Jesús levantando los ojos para Sus discípulos. Jesús ve sus discípulos, Él ve en Sus discípulos y en cada uno de nosotros también la pobreza, el hambre, el llanto, las injusticias, las fatigas, las tribulaciones. Jesús reconoce en Sus discípulos y en cada uno de nosotros esta posibilidad de la vivencia de las bienaventuranzas, Jesús reconoce eso. Jesús ve y da un significado diferente, Él transforma todas estas realidades de hambre, de pobreza, de llanto, de injusticia, transforma eso en bienaventuranza, en posibilidad de satisfacción.

Bienaventurado, aquí, no es porque soy una persona que sufro, que lloro, una persona que no tiene suerte, una persona que sufre con injusticias, pero porque, aún si yo estuviese en esta condición, Dios estará conmigo. Por eso somos bienaventurados. No es simplemente o meramente porque pasamos por estas dificultades, pero es porque pasamos por ellas en la compañía de Dios, es porque nos transformamos estas realidades en oportunidades para santificarnos, para sernos personas más de Dios, para sernos personas más fieles.

Vamos vivir esta bienaventuranza, una aventura bella de sernos de Dios, de acoger a Él en nuestra vida

Nadie puede vivir ninguna de estas condiciones estando solo, haga lluvia o haga sol, Dios necesita estar conmigo. En la alegría y en el dolor, Dios necesita estar conmigo. En la abundancia, pero también en el momento que faltar, Dios necesita estar conmigo. Quien decide vivir solo en estos momentos de tribulación esta viviendo ya el infierno sin darse cuenta, porque el infierno es justamente estar solo, es vivir solo. Y Dios quiere ser la compañia para nuestros corazones en el momento en que faltar alguna cosa, en el momento en que nosotros pasamos por la pobreza, en el momento en que nosotros estamos llorando, en el momento en que nosotros fuimos injusticiados, traicionados, decepcionados, Dios quiere ser nuestra compañia para transformar todos estos sufrimientos en bienaventuranza.

¡Para que la vida sea una bienaventuranza, es decir, una bella aventura, Dios necesita encontrar espacio para caminar conmigo y contigo! Dejemos Dios caminar con nosotros, vamos vivir esta bienaventuranza, una ventura hermosa de sernos de Dios, de acoger a Él en nuestra vida incluso en los momentos más difíciles. ¡Él es nuestra compañia, Él quiere quedar siempre de nuestro lado!

Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo. ¡Amén!

Pai das Misericórdias

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