“Pero no les tengan miedo. Nada hay oculto que no llegue a ser descubierto, ni nada secreto que no llegue a saberse” (Mt 10, 26).
La Palabra de Dios que viene a nuestro encuentro, en este domingo, quiere nos provocar sobre tres cosas importantes para nuestra vida. La primera de ellas es lidiar con el miedo para combatir, y no para alimentar en nosotros.
“No tengas miedo”, dijo Jesús muchas veces en el Evangelio de hoy. Miedo de los hombres, miedo de lo que las personas van pensar y hablar, miedo de lo que las personas pueden hacer con nosotros.
Nuestra cabeza vive atormentada por varios miedos que alimentamos. Comenzó con el miedo que creamos de nuestros padres, con miedo de las cosas que van ocurrir, especialmente, miedo de lo que personas van pensar o decir.
Cuantas cabezas están atormentadas por la preocupación con lo que viene del otro. No es que tenemos que ser indiferentes con lo que el otro piensa o habla de nosotros; tenemos que llevar en consideración las personas que nos aman y nos quieren bien, pero no podemos ser movidos por el miedo de castigo, miedo de sernos reprendidos, miedo de no ser aceptos ni amados.
Necesitamos vencer los miedo – miedo del rechazo, de la incomprensión y miedo de sernos hostilizados. Todo esta en el corazón de Dios, Él ve todas las cosas, principalmente, es evidente, lo que esta oculto.
Nosotros, muchas veces, necesitamos salir de nosotros para vivir la transparencia, tener, realmente, mucho cuidado, porque creemos que lo que hacemos de forma oculta, en nuestra habitación, en el ínterin de nuestra vida, aquello pasa desapercibido.
Solo no pasa desapercibido para Dios, y Él no esta allí como juez para que tengamos miedo de Él, porque Él nos va castigar. ¡No! Es porque, después, eso va brotando en nuestra vida, va aparecer en lo que somos, va influenciar en nuestra personalidad, en nuestro carácter, en nuestras reacciones y emociones.
Nuestra cabeza vive atormentada por varios miedos que alimentamos
¡Como es importante ser auténticos! La gran provocación de la vida es la autenticidad, es no vivir la duplicidad, es no vivir una cosa allí callado, en el escondite de mi habitación, de mi interior, y ser otra cosa cuando estoy fuera.
Tenemos que ser transparentes y verdaderos, porque, muchas veces, en la sordina de la vida, en las conversas intimas, hacemos mucha cosa que no debemos, hablamos mal y, después, aparecemos como si estuviese todo bueno y así por delante.
Tomemos cuidado, porque, en el mundo de los negocios, de la política y de las relaciones humanas que estamos viendo, hay muchas cosas que parecen ser lindas, maravillosas, discursos lindos, pero en la sordina, en los momentos ocultos, muchas cosas oscuras y equivocadas.. Y cuando viene para la luz, vemos que la luz era llena de tinieblas. Por lo tanto, no vivamos en las tinieblas, pero en la luz en toda y cualquier situación de la vida.
Testimoniemos ese Dios que esta en nosotros. Testimoniar quiere decir no negar. Yo testimonio Dios no solo cuando estoy hablando de Él, pero cuando vivo en el silencio de mi corazón, en las cosas más intimas de mi vida, en el amor que tengo para con Él.
¡Dios te bendiga!