Lo que esta en nosotros no es el mal, lo que esta en nosotros es el bien, la gracia, el perdón y la misericordia
“Pero yo les digo: No resistan al malvado. Antes bien, si alguien te golpea en la mejilla derecha, ofrécele también la otra” (Mt 5, 39).
“Ojo por ojo. Diente por diente” es un precepto tan antiguo cuanto la humanidad, puesto en prácticas en las relaciones humanas hasta los días de hoy y con más evidencia. Si me hizo un mal, yo retribuyo con el mal, me cierran la cara, yo cierro la cara también, no me valoriza yo también no valorizo y vivimos en un mundo de disputas, de enemistades, de conflictos y venganza. Hay varias formas de venganza: la venganza de la frialdad, de la indiferencia, de los malos tratos, de peleas, de las guerras, de competiciones y disputas. Todas ellas destruyen el mundo, nuestro corazón, nuestra salud, las relaciones y convivencias humanas.
La orden de Jesús para nosotros es: “No enfrentes quien es malvado. No comparte el mal. No te contamines con el mundo”. El mal que el mundo quiere inyectar en nosotros es: “Hizo el mal, yo también hago el mal”. Lo que esta en nosotros no es el mal, lo que esta en nosotros es el bien, gracia, el perdón, la misericordia; o no traemos Dios en nosotros, no Lo recibimos en nosotros o no tenemos la vida de Él en nuestra vida. Estas cuestiones son fundamentales, es eso que define si somos de Dios o si somos mundanos, es la mentalidad que tenemos, es la cabeza que tenemos. Tal vez, digas: “Todavía no llegues a este punto”. Entonces, llegues y luches, para que nuestra mentalidad no sea la del mundo, porque esta mentalidad mundana destruye todas estas cosas.
No nos contaminemos por el mal, pero transformemos el mundo por el bien de Dios que esta en nosotros. No es ser ingenuo, tonto como muchos quieren entender que debemos ser, es no contaminarse por el mal, es no dejar que nos convirtamos malos, porque el otro nos hizo mal. Es mostrar que lo que esta en nosotros es mayor de lo que esta en el mundo.
En el mundo esta el mal, pero en mí yo quiero que esté siempre el bien, la gracia y el Reino de Dios.
¡Dio te bendiga!
