“Jesús, al irse de allí, vio a un hombre llamado Mateo en su puesto de cobrador de impuestos, y le dijo: «Sígueme.» Mateo se levantó y lo siguió” (Mateo 9, 9).

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Jesús no espera estar listos, preparados, formados, totalmente convertidos y santos para seguir a Él; Él nos llama justamente para que, en ese camino de seguimiento, seamos formados y podamos vivir nuestra conversión.

Es en el camino que vamos teniendo nuestra vida transformada. Nadie es santo, nadie es convertido lejos de la presencia del Señor. Y el camino de santidad se hace en ese seguimiento, porque es siguiendo Jesús que nosotros conocemos a Él.

Jesús es la fuente de la vida nueva, y es en la amistad con Él que nuestra vida va siendo sanada. Y es necesario saber seguir a Él para reconocer a Él – nos va decir la Palabra.

Nuestras miserias no pueden ser barrera para dejarnos ser involucrados por la mirada del Señor. Quien pone sus miserias como impedimiento para ese involucramiento con la mirada de Jesús no cambia de vida, no se convierte.

Es en la amistad con el Señor que nuestra vida va siendo sanada

Necesitamos dejar que la mirada del Señor también nos alcance donde nosotros estamos, aún que nuestra vida sea de pecado. Es siendo alcanzado por la mirada del Señor — y, a partir de esta mirada, seguir a Él — que nuestra vida es transformada.

El Señor también pasa por la historia de nuestra vida, así como paso por la historia de ese pecador Mateo. Y él no perdió tiempo. Cuando el Señor ha visto y lo llamo, su respuesta fue libre e inmediata. Mateo no quedo avergonzado por ser alguien como corrupto y explorador de su pueblo, pero, aún sabiendo que él era pecador, no limito su correspondencia, fue generoso con Jesús, y eso fue el comienzo de su cura.

Jesús también quiere pasar por nuestra historia, no solo quiere pasar como Él pasa constantemente, aún que nosotros seamos grandes pecadores y despreciados por todos. Eso no limita el llamado, porque Jesús ha venido, justamente, para rescatar los pecadores; el medico que ha venido para los enfermos.

Cabe a nosotros, en nuestra libertad, así como Mateo, respondió de forma inmediata. Él se levanto y siguió Jesús. Ese es el deseo de Dios: que respondamos a Él generosa e inmediatamente.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!