Para que puedas reflexionar y comprender el vídeo necesitas ‘accionar el subtitulo en español’:
Hermanos y hermanas, hoy, día 12, celebramos la memoria de San Josafat, obispo y mártir.
En este día, celebramos la memoria de San Josafat, martirizado por intentar promover la unidad de los cristianos. Nosotros también estamos llamados a mantener siempre, en nuestro corazón, primeramente, la fidelidad al Papa, vínculo visible de la unidad de la Iglesia.
Todo el aparato de nuestra vida espiritual pasa por la unidad de la Iglesia, que tiene allí la centralidad en el Papa. Así, hermanos y hermanas, debemos mantener la conciencia de nuestra propia imperfección, incluso después de haber cumplido los mandamientos. Es la palabra que vamos a percibir y ver en la liturgia de este día, que dice lo siguiente:
“Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os han mandado, decid: Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que debíamos hacer” (Lucas 17,10).
Presencia de Dios
Entonces, retomo con vosotros este pensamiento, debemos mantener la conciencia de nuestra propia imperfección, incluso después de haber cumplido todos los mandamientos, después de haber hecho todo correctamente, de la manera correcta, aún debemos mantener esta conciencia.
No debemos gloriarnos de hacer el bien o de servir bien, porque, cuando hacemos eso, hacemos, en realidad, hermanos y hermanas, más que nuestro deber. Es un deber del cristiano, es un deber del cristiano hacer el bien, ayudar a los hermanos, ser presencia de ayuda, muchas veces material, pero cuántas veces también ayuda espiritual.
Cuántas veces lo que el hermano necesita es de alguien que simplemente se detenga, allí delante de él, para poder escucharlo. Y, escuchando, a veces, sin decir una palabra, has ayudado a esa persona que se acercó a ti y ella después se acerca, agradece y dice: ¡Vaya, muchas gracias, me has ayudado mucho! ¿Pero qué has hecho? No has dicho nada, solo te has puesto allí con un oído disponible para la escucha.
Entonces, en el día de hoy, motivados por este Evangelio, vivamos esta realidad de la ayuda material, como deber de cristiano, pero también de esta ayuda espiritual. Cuántas veces debemos disponernos a ser presencia, a estar allí y escuchar.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!