“Jesús le dijo entonces: ¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?. Y agregó: Levántate y vete, tu fe te ha salvado” (Lucas 17,17-19).
Mis hermanos, hoy, domingo, día del Señor, día especial para nosotros católicos, para nosotros cristianos; día de participar de la Santa Misa, día de rezar, día de estar en familia; y día, por supuesto, también de aprendernos con la Liturgia, con la Palabra del Señor.
Encontramos este episodio donde el Señor cura diez leprosos y vuelve para alabar. Es interesante los detalles que nosotros damos cuenta en ese episodio, en esta cura que el Señor realizo para estos leprosos.
Diez leprosos y un estrangeiro volvio para alabar. Y, después, los leprosos obedecían la antigua Ley; ellos pararan la distancia, gritaran y clamaran la misericordia de Dios. ellos eran obedientes al Señor, aún con la lepra, aún con la enfermedad.
Aún enfermo, mi hermano y mi hermana, sea obediente también la Palabra de Dios. Después, tenemos estos hombres que pararan a la distancia y que clamaran la misericordia de Jesús.
Es necesario desear mucho, querer mucho y ser obediente a Nuestro Señor
Jesús dijo a ellos: “Ir y presentar a los sacerdotes”. Ellos obedecían a la primera Ley y, ahora, estaban obedeciendo la Ley de Nuestro Señor Jesucristo. La nueva Ley viene por medio de Nuestro Señor; y, por ser obedientes, en el camino, ellos fueron curados.
Interesante aquí el grito de estos hombres: “La distancia, gritaran y clamaran”. El grito es ese deseo profundo del alma, ese grito es ese deso; ellos querían mucho la cura, ellos querían mucho a Nuestro Señor.
Mis hermanos, debemos quere mucho a Nuestro Señor, no querer poco; quien desea poco logra poco; quien desea mucho logra mucho, y ellos logran la gracia de la cura. Queira mucho la gracia de Dios, queira mucho la limpieza. Estos hombres fueron limpios de las lepras.
El esfuerzo que ellos hicieran, la obediencia la primera Ley y la obediencia a la nueva Ley, los llevaran a la cura. Y es por supuesto, uno regreso para alabar.
Mis hermanos, pongámonos en el camino del Señor, seamos obedientes a su Ley, queramos mucho a él busquemos mucho el Señor, confiemos en Él, seamos obedientes y, en el camino, seremos curados. Pero es necesario desear mucho, querer mucho y ser muy obediente a Nuestro Señor para recibir sus gracias.
La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!