En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece. Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor.” (Jn 15, 18-20).
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Mis hermanos y mis hermanas, ser de Cristo va ser siempre, en el mundo, una presencia diferente, especialmente si nosotros vivimos cien por ciento el mensaje del Evangelio y sus valores, nosotros vamos ser puestos de lado en muchas realidades de nuestra sociedad. Eso es un efecto inmediato en la vida de quien decide imitar Cristo. Nuestro problema es cuando surgen las contradicciones – justamente en este momento – , pues nosotros queremos solo de la primera parte, de la parte de la forma de hablar apologética, nos gusta mucho defender nuestra fe, de decir las verdades en que creemos, pero cuando llegan las objeciones concretas, nosotros quitamos aquel plan oculto de huir y nosotros ordenamos de alguna forma.
En ese momento que nosotros necesitamos permanecer fieles en lo que nosotros creemos. Si no surgen estas contradicciones que estoy diciendo, seria una señal de que el mundo ya habria aceptado Jesús completamente, y nosotros no necesitamos más de evangelización – es cosa que no creo delante de aquello que vemos a nuestro lado hoy – o nuestra forma de ser cristiano ya habría convertido tan mundano, que no produce más el efecto de la adhesión a Cristo. Entonces, es un punto de interrogación para nosotros.
¡Si le cuesta vivir como cristiano donde tu estas, permanezca! Cristo esta a tu lado
Tu puedes cuestionar su presencia cristiana, donde tu estas, ha creado estas perturbaciones. Además, yo te pido incluso perdón por la comparación: si leemos la “receta” de la Eucaristia [como la receta de los remedios], uno de los efectos indeseados es que la Eucaristia puede asemejarse a Cristo, y también, “si persisten los síntomas”, nosotros podríamos convertirnos incluso un otro Cristo, es decir, comulgar la Eucaristia, participar de la Eucaristia, nos hace semejanza a Cristo, nos convierte uno el otro Cristo.
Pero no quedamos solo con ese aspecto, pues imitar el Cristo también nos garante escuchar, en la eternidad, aquel “Ven benditos de mi Padre, para el reino preparado para vosotros desde todos los tiempos”. ¡Si le cuesta vivir como cristiano donde tu estas, permanezca! Cristo esta a tu lado, Cristo también sufre, junto contigo, tus contradicciones. Permanezca fiel y escucha, en la eternidad, la voz del Señor diciendole: “Ven, benditos de mi padre”.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!