“Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10, 9-10).

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Amados hermanos y hermanas, nosotros estamos siguiendo lo que hemos visto en el domingo sobre el Cristo Buen Pastor. Más una vez, nosotros hacemos esta experiencia, y quien entra por la puerta, que es el propio Cristo, encontrara seguridad y hallará pastos, encontrara lo que es necesario para tu vida.

Pero para eso, mi hermano, mi hermana, nosotros necesitamos desapegarnos de nosotros mismo, porque si nosotros no hacemos este proceso del desapego, nosotros vamos aún ser asaltados por el miedo, por la inseguridad, por la falta de fe. Y yo quiero pedir a Dios, en este momento, que toda gracia sea manifestada en tu vida por medio del Cristo que ha venido para salvarnos, Él es el Señor del nuevo pueblo de Dios, Él es vida, Él es salvación.

Y por eso, mi hermano, mi hermana, el tiempo de Pascua necesita enraizar en nosotros ese deseo de nueva vida y que puede convertirnos libres en Dios, felices. ¡Cuantos de nosotros no son personas libres! Y si no somos libres, también no somos personas felices, porque somos esclavizados en el miedo, en el egoísmo, en la falta de fe, en la falta de confianza. Todo eso, mi hermano, mi hermana, nos lleva a vivir un alejamiento total de Dios, y no fue eso que Dios nos habla por medio del Evangelio, esta diciendo que Él es la puerta, que Él es la salvación, y por Él que nosotros debemos entregar nuestra vida y por medio de él llegar en la vida eterna, y eso nos lleva, mi hermano, a una total confianza en él.

Él es la salvación, y por Él que nosotros debemos entregar nuestra vida

Quiero traer un testimonio de un chico, cuando yo estaba regresando del Rio Janeiro para celebrar la Misa del Clube de la Evangelización en Cachoeira Paulista. En esta época, yo vivía en el Rio de Janeiro. Al salir de la Sierra de las Araras, yo estaba necesitando abastecer el coche, había una estación de gasolinera que acostumbraba abastecer, porque hoy necesitamos tener esta seguridad de una buena gasolina, de una estación buena. Pero al salir de la Sierra, el Espíritu Santo me impulsiono a decir: ¡Abastece en este estación de gasolinera! Solo que he mirado para el alto, y era una estación gasolinera que no tenia una bandera. ¡Pero el espirito molestaba: abastece en este lugar! Entonces, mi hermano, yo he entrado en aquel lugar, tenía dos carreta y varias carretas también, al lado y delante. He parado el coche y he pensado: “¡oh Virgen María! He entrado en la estación de la gasolinera, he pensado que era solo de camionero”.

Y un hombre comenzó a mirar para fuera de la cabina y gesticular, parecía que estaba irritado, yo no comprendía lo que estaba hablando. He quedado con mucho miedo, estaba con una misionera junto conmigo, y él llevo el camión un poco más hacia adelante y comenzó de nuevo a gesticular de forma pareciendo que estaba bravo. La niña que estaba conmigo, la misionera dijo: “Padre, yo hice la lectura labial de él, preguntando si el Señor es Padre”. Entonces él ha venido de la cabina, del camión, ha venido hasta el coche – yo con miedo – y llamó en mi ventana, dijo para bajar el vidrio. He quedado con miedo de bajar, pero he bajado. Él dijo: ¿El señor es sacerdote? Dije que era sacerdote. ¿El señor puede bajar del coche? – ¡entonces el miedo nuevamente de salir del coche!

He salido del coche y él me dijo: “Padre, yo estaba allí, en el camión. Yo soy evangelico, y yo pedía para Dios, porque yo estaba angustiado, yo estaba aprensivo, y yo pedí a Dios una señal de que él pudiese hablar conmigo, y he terminado de rezar y el has parado al lado de mi camión. Mi hija nació por ahora, y estoy yendo para allá, ella esta en la UTI, no nació de forma sana. El nombre de ella es Victoria. ¿El Señor puede rezar por ella? Yo dije que podía. Puse mis manos sobre la foro de la Victoria y he rezado por ella.

¿Por que estoy trayendo este testigo para ti? Quien confía en Dios, quien confía que Él es el pastor autentico, Él no va dejar faltar nada. A cada uno de nosotros, y cuando nosotros rezamos, él va atendernos, fue eso que ocurrió en la vida de aquel hombre. Entonces, quiero decir para ti, mi hermano, lo que Jesús habla: “Yo soy la puerta, quien entra por ella tiene la vida eterna”. Él clamó por Jesús y Jesús atendió aquel hombre. El buen Pastor hace eso, esta atento a la voz de sus ovejas.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!