“En aquel tiempo, dijo a sus discípulos: De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto” (Jn 12, 24-26).
Para que puedas reflexionar y comprender el vídeo necesitas ‘accionar el subtitulo en español’:
Hermanos y hermanas, en este día celebramos la fiesta de San Lorenzo, que fue diácono y murió martirizado por amor a Jesucristo. En este evangelio vemos la expresión de lo que fue la vida de San Lorenzo. El grano de trigo que cae en la tierra, muere, pero produce muchos frutos. Entonces la palabra de un santo, la vida, el testimonio del santo, en realidad, no es silenciada, sino que se expande naturalmente como el bien.
Así como el bien se expande naturalmente y no necesitas hacer esfuerzo, porque naturalmente crece, así también es el testimonio de los santos. San Lorenzo es este ejemplo para nosotros, pero también podemos ver en qué situaciones también podemos ver que somos como este grano de trigo.
Parece que aquello que haces por la evangelización, pidiendo la conversión de tus hijos, es tan pequeño, ¿verdad? Parece tan mínimo, nada, pero debemos pedir a Dios el don de la fe, de la confianza y también de la esperanza, de que todo eso producirá fruto a su tiempo y de acuerdo con la voluntad de Dios.
La acción del Espíritu Santo en la vida del cristiano
Es Dios quien hace crecer el grano de trigo, no somos nosotros. Entonces, no debemos ser controladores del grano de trigo, controladores de la palabra. Queremos controlar todo, pero la dinámica del reino de Dios no es así, porque el reino de Dios comienza pequeño y se va expandiendo, y quien hace eso es la gracia de Dios.
Quien hace que el reino de Dios se expanda es la presencia del Espíritu Santo. Que el Espíritu Santo venga sobre nosotros y llene nuestro comportamiento, nuestros pasos y nuestra vida de sentido, para que seamos como San Lorenzo, testimonios de la verdad. Queremos testimoniar la verdad, aunque esta verdad cueste nuestra vida y nuestra entrega.
La vida del cristiano es así, hecha de entrega, hecha de oferta. Por eso, nos ofrecemos a ti, Señor, con todo nuestro corazón y que San Lorenzo interceda por esta nuestra decisión de permanecer siempre contigo.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!