“En aquel tiempo, dijo Jesús: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad” (Mt 23, 27-32).
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Hoy celebramos la memoria de San Agustín. En este día, cumplo ocho años de ordenación sacerdotal. Rezo por todos los hermanos que fueron ordenados conmigo y pido sus oraciones por mi ministerio sacerdotal.
El Evangelio nos habla de los sepulcros blanqueados, hermosos por fuera, pero que esconden la impureza interior. Pidamos la gracia de acercarnos a Dios y ser lo opuesto a eso. En la fiesta de Santa Mónica, reflexionamos sobre la santidad como un don recibido, no fabricado. Una vez que recibimos este don, le correspondemos, viviendo en Dios y cambiando nuestro comportamiento. Si estábamos en el camino equivocado, volvemos al camino correcto, el camino de la voluntad de Dios, expresada en los mandamientos, en el Evangelio y en las enseñanzas de Jesús. Correspondemos a este llamado y vivimos buscando corresponder al amor de Dios.
La búsqueda del amor de Dios por San Agustín
San Agustín dijo: “¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva! ¡Te buscaba fuera y estabas dentro de mí!”. Es en nuestro interior donde las cosas se transforman.
Cuando nos entregamos a Dios, nuestro interior, nuestro corazón y nuestra vida se transforman. Nuestra vida con Dios moldea nuestra vida con los hermanos, nuestra vida en comunidad, nuestra fraternidad y nuestra vida de oración. Buscábamos fuera, lejos de Dios; ahora, debemos buscar dentro de nosotros, en la comunión con Dios, que genera santidad y vida nueva.
Que esta vida nueva te alcance hoy, por intercesión de San Agustín.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!