Dios no hace en nuestra vida por causa de nuestra incredulidad, de nuestra rebeldía
“Y no pudo hacer allí ningún milagro. Tan sólo sanó a unos pocos enfermos imponiéndoles las manos. Jesús se admiraba de cómo se negaban a creer. Jesús recorría todos los pueblos de los alrededores enseñando” (Mc 6, 5-6).
La primera misión de Jesús es enseñar, es formar y educar. La misión de un padre y de una madre es enseñar y educar, y la misión de la Iglesia es la misma de Jesús. Necesitamos enseñar la Buena Nueva, necesitamos enseñar el modo de Jesús para las personas vivir.
Es verdad que algunos no van acoger o no las enseñanzas de Dios y de la Iglesia, así como muchos no acogen las enseñanzas del padre y de la madre, manifestando una total incredulidad. El hijo, cuando es pequeño, y el corazón esta formado en la obediencia y en la gracia, él acoge con gusto lo que viene del corazón del padre y de la madre. Cuando la rebeldía toma cuenta de aquel corazón, él comienza a despreciar la enseñanzas de los padres.
Cuando nuestro corazón esta en Dios, acogemos con amor la ternura las enseñanzas de Él y de la Iglesia. Pero si nuestro corazón es tomado por la incredulidad, por la rebeldía de espíritu y de mente, no acogemos al Señor.
Jesús, en Su propia ciudad, experimentó la incredulidad y la rebeldía, porque muchos lo miraron solo de forma humana, no acogieron la novedad que Él traía en el corazón. Allí, Él no puede hacer muchos milagros.
Dios no hace más en nuestra vida por causa de nuestra rebeldía, porque quedamos mucho más en la duda y en el cuestionamiento que creyendo en Él, en lo que Él puede hacer y hace por nosotros.
Cuando un corazón esta cerrado y bloqueado, él no abre para escuchar. La primera gracia y el gran milagro que necesitamos, a cada día de nuestra vida, es el milagro de ser enseñado, educado y formado; el milagro de saber escuchar Jesús y obedecer lo que Él nos enseña. Si así hacemos, crecemos en la experiencia con Jesús y Él realizara los milagros y las gracias en nuestra vida.
Jesús se admiraba con la falta de fe de aquel pueblo. No seamos tomados por la falta de fe, por la total confianza en Jesús, el Maestro que nos enseña el arte de vivir.
¡Dios te bendiga!