“¿Cómo puedes decir a tu hermano: «Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo», tú, que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano.(Lucas 6,42).
Mis hermanos, Nuestro Señor nos invita, nos llama a sacar la viga primero de nuestro propio ojo para poder ayudar el otro. Y aquí es interesante la comparación que Jesús hace, la discrepancia: la viga de una pequeña paja. Jesús esta aquí nos llamando la atención a mirarnos, a rever, a mirar nuestras actitudes, a verificar nuestros errores para entonces, después sí, poder ayudar el hermano, ayudar el prójimo.
Primero, saca la viga del propio ojo para después poder ayudar el otro, es decir, primero se corrija, después, vas tener propiedad para poder el otro. Hagamos, mis hermanos, una revisión de nuestra vida, miremos para dentro de nuestro corazón, ¿cuáles son las actitudes que nosotros hemos tenido que no construye la vida fraterna? No construye la vida del otro, pero, por el contrario, destruye.
Primero es necesario examinarse, es necesario que nosotros nos examinemos, es necesario mirar para dentro de nuestro corazón y busquemos la conversión profunda para poder ayudar el otro.
Nuestro señor nos invita, nos llama a quitar la viga primero de nuestro propio ojo para poder ayudar el otro
¿Quién es formado, quien ejerce una profesión, primero necesito seguir un camino, no lo es? para poder ser un técnico, ser un profesional en aquella área, siguió un camino, un camino de aprendizaje. En nuestro camino, en nuestra escuela con Dios – nuestra escuela con Jesús -, nosotros también necesitamos seguir ese camino: de mirarnos, de mejorarnos, de ser personas, de hecho, buenas.
Que nosotros busquemos, cada vez más, la conversión, pero arranquemos lo que no nos convierte en personas, no nos convierte seres humanos, lo que no nos convierte hijos de Dios. Vamos retirar la viga que esta en nuestro ojo, para entonces sí poder ayudar el otro.
Desgraciadamente, somos maestros, doctores, y quien sabe mucha gente y posgraduada en ver los defectos de los demás. No debemos acusar los demás sin antes mirarnos. Mirarnos y mejorarnos para poder ayudar nuestro hermano, para poder ayudar el prójimo. Con la vista limpia es incluso mejor, quedar hasta mejor para ayudar el prójimo.
¡Pidamos la gracia al Señor de que Él purifique nuestros ojos, que Él purifique nuestro corazón y nuestras intenciones, y así puros y mejorados por el Señor, nosotros pondremos ayudar el otro con mayor propiedad, con seguridad!
La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!