“Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude». Pero el Señor le respondió: «Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, una sola cosa es necesaria, María eligió la mejor parte, que no le será quitada»” (Lucas 10,38-42).
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Parar para escuchar al Señor ha sido un gran desafío para muchos. Parar para estar a los pies del Señor, para estar en oración. Muchos han encontrado grandes dificultades para hacerlo, especialmente en nuestros tiempos.
Sacamos tiempo para todo, pero cuando se trata de reservar un momento de nuestro día para el recogimiento, para estar en la presencia del Señor, para escuchar su Palabra, enseguida tratamos de ordenar, de inventarnos otra actividad, vamos viviendo el ajetreo del día, nos preocupamos por diferentes cosas y nos olvidamos de lo esencial. Nos olvidamos de relacionarnos con el Señor, de estar a sus pies.
Porque, mis hermanos, la conversión sincera nace de la escucha, nace de lo que el Señor tiene para enseñarnos, de aquello que el Señor tiene para hablarnos. Y entonces, cuando no nos damos tiempo para escuchar, para estar con el Señor, difícilmente podremos vivir ese proceso de conversión, porque pensaremos que todo está bien, que todo está correcto. ¡No! Necesitamos volver a dar espacio al Señor en nuestras vidas.
Jesús nos explica que esta escucha atenta, este estar a sus pies debe ser la parte favorita de nuestro día, debe ser el mejor momento de nuestro día. Si de verdad queremos cumplir este mandamiento de amar a Dios, debemos darle este espacio a Dios en nuestras vidas.
Necesitamos buscar la presencia del Señor
El Evangelio de hoy, al referirse a María, que dio prioridad a estar a los pies de Jesús y escucharlo, dice que María eligió la mejor parte. María escogió darse el tiempo para escuchar al Señor. Por eso Jesús dice también que la mejor parte, aquello que María eligió, no le será quitada. Justamente ya está aludiendo al hecho de que la parte de Marta,
que era su agitación, sus preocupaciones, eso se pierde, eso pasa.
Nosotros también necesitamos estar en contemplación, en escucha, escucha que da sentido a lo que hacemos. La contemplación da sentido a nuestro trabajo, a nuestras actividades apostólicas.
Podemos realizar muchas otras actividades, pero será a partir de la contemplación que todas estas actividades tendrán sentido, significado y eficacia. Porque Jesús ya nos ha dicho que ”sin mí no pueden hacer nada”;. Necesitamos buscar la presencia del Señor.
María, absorbiendo allí de las enseñanzas de Jesús, fue capaz no solo de ayudar a Marta, sino también de enseñar a muchas personas que necesitamos estar en presencia del Señor, que siempre podemos dedicar una considerable parte de nuestro día a estar a los pies de Jesús, a escucharle, a amarle, a dedicar tiempo a los demás, a dedicar tiempo a escuchar al Señor, que a menudo nos habla en los momentos de contemplación y de oración.
Descienda sobre todos ustedes la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.