“María dijo entonces: Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador” (Lucas 1,46-47).
Para que puedas reflexionar y comprender el vídeo necesitas ‘accionar el subtitulo en español’:
El Evangelio en estos días es una secuencia del anuncio y de la respuesta de la Virgen maría, de la visita a su prima Isabel. Y dentro de la visita a su prima Isabel, María anuncia el Cántico del Magnificat, Ella engrandece el Señor.
María fue alabada por su prima: “¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?” (Lucas 1, 43). María no quiso los méritos para sí, pero reconoció la bondad y la misericordia de Dios que la visito.
Por supuesto que, cuando leemos la Escritura y vemos los pasos de la Virgen María, conseguimos encontrar en Ella los méritos, pero Ella es la sierva del Señor simplemente, Ella no quiere los méritos para sí. Por eso, Ella anuncio este Cantico, alabando el Padre del Cielo, porque fue visitada, porque Ella fue y tuvo la gracia de ser la Madre de Jesús.
Es por misericordia que Nuestro Señor nos visita y esta en nuestro medio
Mis hermanos, nosotros también podemos y debemos alegrarnos porque el Señor vino visitarnos; y Él vino estar con nosotros. Aún en nuestra pequeñez, en nuestras limitaciones, en nuestros pecados, el Señor vino también al encuentro de nuestra debilidad, Él vino al encuentro de nuestras debilidades. ¡Que bonito!
Ahora, ¿debemos engrandecernos por causa de eso? Por supuesto que no, pero debemos alabar el Padre del Cielo porque Él se digno en estar con nosotros también. Es por misericordia, mis hermanos, que Nuestro Señor nos visita; y Él esta en nuestro medio.
No tenemos méritos, es pura misericordia del Señor. Si María reconoció que la misericordia la visito, cuanto más nosotros, pecadores, limitados y débiles. Hoy, vamos volver nuestra mirada y nuestro corazón a Dios para alabar a Él.
Gracias, Señor, por todo, mi alma también engrandece el Señor. No a mis méritos, no a mis cualidades, no mis capacidades que, por misericordia, el Señor me ha concedido. Pero, antes de todo, Señor, bendito sea Tu nombre. Mi alma engrandece el Señor, porque me visito y quiso estar conmigo.
Gracias, Señor, y que, por misericordia, el Señor también nos use como instrumentos, como colaboradores de Su misericordia en la vida de los nuestros.
La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!