“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “No acumuléis para vosotros tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín consumen, y donde los ladrones minan y roban” (Mateo 6,19-23).

Enfoque en Cristo

Hermanos y hermanas, nuestro enfoque, como hijos de Dios, no deben ser las realidades que pasan y se deterioran, sino las realidades del Reino de los Cielos, que, semejante a una semilla de mostaza, como Jesús ya decía en el Evangelio, comienza muy pequeño y crece silenciosamente. Así es el Reino de los Cielos, comienza pequeño, crece silenciosamente y se hace grande. Pero comienza en nosotros.

Somos hijos de Dios en un mundo donde la cizaña y el trigo conviven juntos. A veces, nos comportamos también como cizaña, entonces esa contradicción de trigo y cizaña está presente en nosotros. Negamos la santidad a la que el Señor nos invita, y pecamos, prefiriendo aferrarnos a las criaturas que no serán capaces de hacernos plenos y felices.

Es Dios quien nos hace plenos y felices en este mundo.

Los bienes materiales pueden alejarnos de la verdadera vida en Dios. Debemos sí usar estos bienes que pasan, pero sin olvidar jamás los que no pasan, sin olvidar las realidades eternas.

Nuestro corazón debe estar vuelto hacia el Reino de los Cielos, pues allí encontramos nuestra verdadera riqueza.

No se trata de despreciar las cosas del mundo, sino de vivir con los ojos vueltos hacia Dios, nuestro verdadero tesoro. Utilizamos las cosas del mundo, pero no nos aferramos a ellas. Nuestro corazón debe estar, constantemente, aferrado y vinculado al corazón de Dios.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!