27 Aug 2023

Declare, a cada día, tu fe en Jesucristo

“Jesús les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?» Pedro contestó: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo.» Jesús le replicó: «Feliz eres, Simón Barjona, porque esto no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los Cielos. Y ahora yo te digo: Tú eres Pedro (o sea Piedra), y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; los poderes de la muerte jamás la podrán vencer. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos: lo que ates en la tierra quedará atado en el Cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el Cielo.»” (Mt 16, 15-19).

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Jesús, aquí, interroga Sus discípulos sobre lo que las personas decían sobre Él. Y en la opinión de los hombres (los comunes), Jesús es solo más uno — como Juan Bautista, como Elias, Jeremías o algún de los profetas. Las personas reconocen Jesús como un hombre convocado por Dios; alguien enviado para una misión como los profetas del Antiguo Testamento, pero no pasa de eso en la visión de los hombres.

Pero el interés de Jesús, aquí, es saber lo que Sus discípulos pensaban de Él. Por eso, Él pregunta: “¿Y vos, quien dices que soy?”. Y, en nombre de toda la comunidad y de los demás discípulos, Pedro respondió, asegurando que Él era el Cristo, el Hijo de Dios vivo.

Pedro contesto de forma solemne, representando toda Iglesia, profesando la fe en Cristo Salvador, la fe que nosotros seguimos profesando. Porque nosotros hacemos parte de esta Iglesia que fue fundada sobre la fe de los apóstoles, fundada sobre la fe de Pedro (nuestro primero Papa).

Hacemos parte de esta Iglesia que fue fundada sobre la fe de los apóstoles

Jesús es el Mesías prometido que ha venido en la tierra ofrecer para la humanidad la salvación y para complacer la sede de vida y de amor que vive en cada uno de nosotros. Por lo tanto, definir Jesús como el Hijo de Dios, significa no solo que Él recibe la vida de Dios, pero que Él tiene comunión con Dios. Significa reconocer la profunda unidad e intimidad entre Jesús y el Padre.

Y, delante de esta respuesta de Pedro, Jesús dijo que Él es feliz. Feliz no por mérito de Él, pero por el don de Dios que le hace tener esta transparencia y fe. Jesús va decir: No fue un ser humano que te revelo eso, pero mi Padre que esta en el cielo”.

Jesús reconoció en Pedro la mano del Padre y el Espíritu Santo, que lo ilumina, para reconocer Jesús como Salvador, y confía a él la misión de ser alimento de la Iglesia; la misión de ser la piedra fundamental de la Iglesia. ¡La misión de Pedro y de sus sucesores es mantener esta Iglesia unida!

“¿Y vos, quien dices que soy?”. Es también un cuestionamiento para nosotros que debemos apoyar nuestra fe en la fe de los apóstoles, pero contestar a cada día y profesar también nuestra fe en el Cristo diciendo: “Señor, Tu eres el Cristo, Tu eres nuestro Salvador, Tu eres el Hijo de Dios Padre”.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!

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