“No temas, Zacarías; tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu esposa, te dará un hijo al que llamarás Juan” (Lc 1, 13).
Tu sabes que los misterios de Dios, Su manifestación en nuestro medio engendra amor, pero también miedo y sorpresa. Somos muy pequeños delante de la grandeza de Él, y Zacarías era un sacerdote que respetaba a Dios, un hombre que amaba profundamente a Él, pero delante de la grandeza del misterio Dios que de él se acerco, su fe estremeció, y Zacarías dudo. Él tuvo miedo, se aterroriza delante del ángel que tenia tamaña grandeza, la grandeza de que su esposa quedaría embarazada. No ha de sorprenderse , pues ellos ya estaban en edad avanzada, ya eran ancianos, pero la acción divina realiza un milagro en la vida de ellos.
Muchas veces, no contemplamos los milagros divinos porque también hesitamos, tenemos miedo y dudamos, delante del mundo descreído, tenemos un mundo sordo y mudo. Tu sabes que el sordo es aquel que no escucha, y una vez que él no escucha Dios hablar, una vez que él no escucha Dios guiar, él también no puede hablar y no puede proclamar Sus grandezas.
Por eso, delante de su sordera en comprender lo que Dios estaba realizando, Zacarías también quedo mudo, porque no fue capaz, en un primero momento, de acoger esta manifestación amorosa en su vida. Él mismo rezo, fue al Templo suplicar, pero dudo de aquello que pidió y rezo
Pidamos a Dios que nos libere de toda sordera del corazón que nos impende de prestar atención en la acción del Señor
Nosotros suplicamos, pedimos, rezamos y nos volvemos, pero nosotros mismo desconfiamos, no creemos y tenemos miedo. “¿Lo que va ser de mi vida?” Si ponemos nuestra vida en las manos de Dios, de nuestra vida el Señor va cuidar. Si confiamos al Señor esta situación de nuestra vida, viviendo una fe sobria, con humildad y profunda confianza, no vamos desesperar, porque sabemos que el Señor va cuidar de nosotros.
Mirando, hoy, para Zacarías, queremos pedir a Dios que nos liberte de toda sordera del alma y del corazón que nos impide de escuchar Su Palabra, de escuchar y prestar atención en la acción del Señor que ocurre en la vida y en el corazón de cada uno de nosotros.
Que Dios despierte nuestro ser para que podamos ver Su acción ocurrir en nuestro medio.
¡Dios te bendiga!