“La venida del Hijo del Hombre recordará los tiempos de Noé. Unos pocos días antes del diluvio, la gente seguía comiendo y bebiendo, y se casaban hombres y mujeres, hasta el día en que Noé entró en el arca. No se dieron cuenta de nada hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos. Lo mismo sucederá con la venida del Hijo del Hombre” (Mateus 24,37-39).
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Ya es Año Nuevo en la Iglesia, estamos en el primer domingo del Adviento. En estas cuatros semanas, en cada domingo, una vela va ser encendida en la corona del Adviento. A cada domingo, seremos iluminados por la Palabra, por las enseñanzas de Nuestro Señor.
Y ese tiempo de Adviento nos llama primero a preparar nuestro corazón para celebrar la Navidad del Señor, Su primera venida. Pero, mis hermanos, el Adviento también nos recuerda la segunda y definitiva venida de Nuestro Señor. Celebramos Su venida, pero también esperamos Su segunda y definitiva venida.
Y en el Evangelio de hoy, el Señor utilizo este ejemplo: que Él va venir y que las personas no pueden estar insensibles como en el tiempo de Noé.
Necesitamos estar vigilantes para la venida de Él en esta Navidad
Noé ha construido la arca, llamo el pueblo, pero ellos no han dado atención, y el diluvio ha venido en un momento inesperada. Las personas han visto que Noé estaba se preparando, pero no se preparan, porque el diluvio vendría.
Mis hermanos, un diluvio esta también para ocurrir, la venida del Señor esta para ocurrir, por eso nosotros necesitamos estar atentas, necesitamos estar vigilantes para la venida de Él en esta navidad y para la Navidad definitivo de Neustro Señor, que está para ocurrir, Su venida entre nosotros.
Él desea encontrarnos vigilantes, desea encontrarnos viviendo la santidad, viviendo Su Palabra, por eso esté atentos, porque el Señor va volver, él esta llegando. Delante de las señales que nosostros hemos vistos, delante de las señales que escuchamos, que nuestro corazón no sea insensibles, pero que nos preparemos para Su venida.
El Señor viene, es cierto que él viene, por eso vamos romper con el pecado. El Señor ha venido, el Señor viene, por eso vivamos una vida que de gusto a Él. el Señor viene, preparate, preparémonos.
La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!
