“Ustedes serán odiados por todos por causa mía, pero el que se mantenga firme hasta el fin se salvará” (Mateus 10,22).
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Estamos dentro de las Octavas de Navidad y, hoy, por lo tanto es Navidad. Y Celebramos la Navidad de ese mártir, el primer mártir de la Iglesia: Santo Esteban.
Santo Esteban fue elegido diacono juntamente con otro, para servir a las mesas y también dar asistencias a las viudas y huérfanos, pero también Esteban fue un gran predicador de la Palabra de Dios.
Es interesante leer su relato, en los Atos de los Apóstoles, el relato de su vida, verificando allí un gran predicador que imito el Cristo predicador, pero que imito el Cristo mártir. Él pronuncio practicamente las mismas palabras que el Cristo en la cruz antes de ser martirizados. Él entrego la vida por la causa de Cristo, por causa de la verdad, por causa del Reino de Dios.
Jesús ya había profetizado para Sus discípulos y para la multitud sobre aquellos que siguen a Él, que iban sufrir, serían llevados a los tribunales, serían azotados, serían llevados delante de gobernadores y reyes, pero sería una oportunidad para dar testimonio del Reino y de Cristo.
Se perseveramos hasta el fin, recibiremos la corona de la gloria
Aquellos que siguen Cristo no tiene vida facil. Aquellos que siguen Nuestro Señor pasaran por probaciones, tentaciones, dificultades y persecuciones. Hace parte de aquel que es cristiano pasar por malas situaciones, a veces cuando o siempre, por causa de Cristo, por causa de la verdad que es Cristo, por causa del Evangelio.
Después, el Señor dijo para consolar: “Pero quien perseverar hasta el fin, ese sera salvo”. Esteban persevero hasta el fin, fue perseguido, fue puesto delante de los tribunales, pero él no ha negado Cristo. Y llego en un momento que no soportaban incluso aquello que Esteban decía y comenzaron a ofenderlo.
Dañaron sí su cuerpo, pero no alcanzaron su alma, porque Esteban estaba completamente en Dios. Y porque estaba completamente en Dios, unido a Nuestro Señor, sufrió en el cuerpo, pero no ha sufrido en el alma. Entrego su vida a Dios, pero persevero hasta el fin. Y él ha vivido su Navidad, Navidad de entrar en la gloria de Dios, de nacer para Dios.
Mis hermanos, vamos desear, de todo nuestro corazón, también tener nuestro nacimiento definitivo en Cristo Jesús, viviendo una vida santa, una vida de comunión con DIos y una vida testimoniando en cada situación que vivimos, testimoniar Jesucristo.
Si nosotros perseveramos hasta el fin, recibiremos la corona de la gloria, recibiremos el Cielo y la eternidad. ¡Perseverar hasta el fin!
La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!
