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¡Hola, hermanos y hermanas! ¡Dios les bendiga a cada uno! Voy a presentarles el pasaje del Evangelio que he elegido para leer con ustedes del capítulo 18 de San Lucas, del 1 al 8:
En cierta ciudad había una viuda que acudía a un juez con la súplica: “Hazme justicia contra mi adversario”. Por algún tiempo, el juez se negó. Pero después se dijo a sí mismo: “Aunque ni temo a Dios ni respeto a ningún hombre, como esta viuda me molesta tanto, le haré justicia para que no venga a cada momento a importunarme”. Y el Señor añadió: “Oigan lo que dice el juez injusto” (Lucas 18,4-6).
Entonces, hermanos y hermanas, en el Evangelio de hoy, vemos a esta viuda que se acerca constantemente a un juez, como hemos visto aquí, injusto. Ella se acerca a un juez injusto para pedirle un favor, y debido a la insistencia de esta viuda, el juez decide hacerle este favor, hacerle el bien.
Perseverar en la oración
¿Y cuál es la enseñanza del Evangelio de hoy?
¿Qué nos dice este Evangelio? Con el Evangelio de hoy, aprendemos que debemos mantener la fe y siempre con perseverancia. La insistencia de la viuda del Evangelio quiere incentivar esta actitud de fe que debemos tener, ante toda y cualquier adversidad que, por ventura, venga a suceder en nuestra vida.
Aquí, estamos ante una viuda que se acerca a un juez injusto. Ahora, mucho más cuando nos acercamos a un Dios que es Padre, a un Dios que es bueno, a un Dios que es misericordia.
Entonces, si un juez injusto hizo el bien a esta viuda por su perseverancia, por su insistencia, mucho más nosotros debemos mantener una vida de comunión con Dios.
Pero entiendan: esta perseverancia y esta insistencia no debe ser solo para conseguir una cosa u otra, conseguir un favor, como fue el caso de la viuda, sino que sea una perseverancia por el deseo de comunión con Dios en primer lugar. Esta es la verdadera actitud de cristiano, la verdadera oración.
Nos acercamos a Dios porque queremos mantener la amistad con Él, porque queremos ser amigos de Dios. Entonces, ¿con un amigo quieres hablar constantemente? ¿Todos los días? Hoy, en la era digital, a cada rato quieres enviar un mensaje, hablar por WhatsApp o enviar un video por otra red social. Todo esto para decir que quieres la presencia, que quieres mantener la presencia, que quieres cultivar la amistad. Y la amistad se cultiva también en la vida de oración, porque es la amistad con Dios.
Estamos llamados a la amistad con Dios, en el día de hoy, a partir del ejemplo de esta viuda que se acercó a un juez injusto queriendo un favor. Nosotros no vamos a acercarnos solo queriendo un favor, sino que vamos a acercarnos a Dios porque queremos comunión con Él, vida de comunión y vida de amistad con Dios.
Que así sea en su vida en el día de hoy, que así sea su vida de espiritualidad a partir de hoy.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!