“Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto” (Jn 15, 9-11).

“Alegría plena”, ¿quien no quiere vivir eso? Quien no quiere esta alegría perfecta que nace del saber ser amado. El origen de la alegría perfecta y la fuerza de la alegría perfecta esta en eso: sabernos ser amados por Dios, sabernos ser amados por Nuestro Señor Jesucristo. Eso es una alegría que exorciza nuestro corazón contra aquel demonio de la sensación de vacío, de la sensación de abandono que muchos de nosotros, muchas veces, sentimos, y por eso buscamos las falsas alegrías en otras realidades. Pero nunca la encontraremos.

La alegría nace de ese saber ser amado por Dios, por Jesuscristo, pero de una forma definitivo. No es una amor periodico, no es un amor que pone condiciones “si”; es un amor incondicional, es un amor que nos da la verdadera alegría, que contiene las cosas del Reino de Dios.

Permita que Jesús llegue en tu vida con esta verdadera alegría, esta alegría que trae los valores y las cosas del Reino de los Cielos

Tu puedes incluso preguntar: “¿Mi alegría contiene las cosas del Reino de Dios?. La alegría, por ejemplo, que viene de un perdón que he pedido para alguien, perdón que recibí de alguien, perdón que recibí de Dios en el Sacramento de la reconciliación. ¿Esta es la alegría que hace parte de mi vida? La alegría que viene de la partida de mis bienes con las personas, que me ayuda a vivir la caridad, la distribución de mis bienes materiales con los más necesitados, la alegría que viene de una vida autentica y cristiana. ¿Es esta alegría que esta presente en mi corazón? ¿Son estos elementos del Reino de los Cielos que están presente en mi alegría? Porque aqui puedo separar la alegría de una euforia pasajera que no tiene consistencia.

Pero esta alegría que el Señor nos concede, que Él habla en el Evangelio, es un don, pero también es una opción, porque Dios viene a nuestro encuentro, Cristo viene a nuestro encuentro, y Él nos trae esta alegría, Él nos trae la posibilidad de esta vida nueva, de esta nueva forma de ser feliz, pero pasa por la respuesta a esta vida de Cristo, la posesión de esta verdadera alegría, porque de nada sirve lo que el Señor tiene a ofrecernos, si no estamos abiertos a recibir esta alegría que Él nos da.

Entonces, hoy, abre tu corazón, permita que Jesús llegue en tu vida con esta verdadera alegría, esta alegría que trae los valores y las cosas del Reino de los Cielos.

Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!