03 Aug 2023

Permita que la gracia de Dios transforme tu corazón

“Aquí tienen otra figura del Reino de los Cielos: una red que se ha echado al mar y que recoge peces de todas clases. Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla, se sientan, escogen los peces buenos, los echan en canastos y tiran los que no sirven” (Mt 13, 47-48).

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En el Evangelio de hoy, Jesús sigue enseñarnos, por medio de parábolas, sobre los acontecimientos del fin de los tiempos. En esta parábola, Jesús compara el Reino de los Cielos como una rede que lanzada al mar; esta rede que toma todo tipo de peces, los buenos y los malos. Es decir, cuando la rede es lanzada no hace distinción entre peces buenos y malos, pero ella captura todos los que son alcanzados por ella. Y de esta forma también es la salvación ofrecida por Dios en Jesucristo. La salvación de Dios es como esta rede que quiere recibir a todos sin distinción, quiere alcanzar a todos.

Dios, en Su infinita misericordia, ofrece Su salvación a todos. Y varias son las tentativas de salvación; la rede representa justamente las infinitas oportunidades que, a lo largo de nuestra vida, Dios nos da para sernos rescatados.

El Señor nos llama independientemente de quien somo y de lo que nosotros hacemos hasta hoy. Además, la diferencia esta en la respuesta que cada uno da para ese llamado. El Señor nos rescata y nos ofrece una oportunidad de cambio, de conversión, de convertirnos buenos, ofrecernos oportunidades de ser buenos. Y esta actitud es solo para nosotros.

Es necesario sí ser rescatado por la rede del Señor, pero también es necesario dejarse ser transformado por Su gracia

Dentro de nuestro libre arbitrio, necesitamos dejar con que la gracia de Dios transforme nuestra vida para convertirnos buenos. Necesitamos dejar que la gracia de Dios transforme nuestro corazón y nuestras actitudes.

Y estar en la rede del Señor ni siempre es sinónimo de salvación porque podemos incluso estar dentro de la Iglesia, podemos ser personas participativas, actuantes y, al mismo tiempo, permanecer con el corazón cerrado, rencoroso, sin misericordia, sin la vivencia del perdón, de la bondad y de la caridad.

Es necesario sí ser rescatado por la rede del Señor, pero también es necesario dejarse ser transformados por Su gracia. Es la gracia de Dios que nos convierte buenos. Porque aquellos que permanecen en la Iglesia y (no dejan la gracia de Dios transformar la vida de ellos, aún estando dentro de la Iglesia, aún siendo allí rescatado por la rede) no cambian de vida y permanecen con el corazón cerrado y rencoroso, estos son como los peces que incluso fueron “recogidos” por la rede, además, van ser lanzados fuera, no sirven para el Reino del Cielo.

Solo los buenos, solo aquellos que dejaran la misericordia del Señor transformar su vida es que van ser recogidos en el cesto de los peces buenos.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!

Pai das Misericórdias

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