“Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: “Soy yo”, y también: “El tiempo está cerca”. No los sigan” (Lc 21, 8).
La advertencia de Jesús ayer es para hoy, mañana y mientras durar el tiempo. ¡Cuidado! Cuidado para no sernos engañados, porque finalmente somos engañados por las cosas del mundo, somos engañados por los vendedores, por los que nos ofrecen sus propagandas en el medio de comunicación. Ahora, con las redes sociales, tan fácilmente nos dejamos engañar. ¡Cuidado con lo que los ojos veen, cuidado con lo que atiza nuestros sentidos, con lo que los oidos están escuchando! Cuidado, porque hay mucha cosa que nos seduce, pero nos engaña. Ni todo que aparece es lo que es realmente, ni todo lo que esta en la capa es lo que esta dentro, ni todo lo que aparenta ser brillo tiene realmente brillo.
Es necesario, en los tiempos en que vivimos, muy discernimiento. Hay mucho engaño, muchas ilusiones y distorsiones con la Palabra de Dios
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Es necesario astucia; y tal vez la palabra astucia ni cae bien aquí, pues es necesarios mismo la sabiduria que nos da discernimiento para sabernos separarnos una cosa de la otra, lo que hablo del mundo en que nosotros estamos, de las realidades temporales. Es necesario decir, incluso, también en el aspecto religioso y espiritual.
¡Muchos hablan de Jesús, gritan el nombre de Jesús, expresan el nombre de Dios para todo! Es Dios aquí y en todo lugar, incluso agitan situaciones en nombre de Dios, hacen chantajes religiosas, amenazas de llevar para el Cielo o de perder el Cielo, de llevar para el infierno o de quitar del infierno. Hay muchos que viene en nombre de Dios y verbalizan a Él todo el tiempo, en la iglesia, fuera de la iglesia, en la sociedad.
Hablar de Dios se convirtio en moda, usan de Él para instrumentalizar situaciones psíquicas, psicológicas, políticas, ideológicas. “Cuidado, muchos van venir en mi nombre engañado; y no soy yo que estoy hablando, no soy yo que estoy haciendo”, entonces, si ya escuchamos Jesús decir: “No bastará con decirme: ¡Señor!, ¡Señor!, para entrar en el Reino de los Cielos; más bien entrará el que hace la voluntad de mi Padre del Cielo” (Mt 7, 21), y tampoco todo aquel que viene en nombre del Señor significa que es del Señor.
Es necesario, en los tiempos en que vivimos, mucho discernimiento. Hay mucho engaño, muchas ilusiones y distorsiones con la Palabra de Dios, con el nombre de Dios y con las cosas de Él. Quien tiene sabiduria usa, pide a Dios discernimiento. Dejemos, especialmente, que la sabiduria de la Iglesia, Madre y Maestra, fiel Esposa del Señor, ayudanos a caminar en los tiempos en que vivimos para no sernos engañados con las ilusiones religiosas de nuestros tiempos.
¡Dios te bendiga!