“De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo” (Lc 14, 33)
Escuchando las palabras del Maestro Jesús, Él parece ser muy exigente en su seguimiento, para poder seguirlo. La verdad es que para seguir Jesús necesitamos ser libres. Entonces, la espiritualidad de la renuncia es, en el fondo, la espiritualidad del desapego.
Lo que va ocurrir es que vamos nos apegando a todo y a todos, y a todo lo que nos apegamos quedamos presos; después, no conseguimos soltarnos. Muchas veces, nos apegamos en un bolígrafo, a una maquina, nuestro celular, nuestros computadores, y las cosas pequeñas.
No podemos ser apegados a nada ni a nadie. Por lo tanto, para ser discípulo de Jesús, necesitamos tener, primero, la disposición de amar. Quien ama no se apega, quien ama cuida, tiene cuidados, sabe vivir cada cosa en su tiempo y en su lugar.
Se convierte pesado seguir Jesús, porque nosotros tenemos el peso del mundo en nuestra espalda
La madre que ama sus hijos sabe que necesita cuidar de ellos, pero la madre también sabe que necesita desprender de sus hijos, porque ellos crecerán, seguirán sus caminos; y así en cada situación de la vida.
Hoy, tenemos un bien para administrar, para cuidar, pero ese bien es solos de formar provisoria, porque todo pasa y no necesitamos apegarnos, necesitamos cuidar de aquello que nosotros tenemos. Por eso, el Maestro Jesús, que cuida de nosotros, de nuestro corazón, de nuestra vida y de nuestro ser, también quiere enseñarnos a cuidar unos de los otros sin ningún apego que pase ser enfermo, sin ninguna posesión sobre las personas y sobre las cosas, para que nuestro corazón sea libre para seguirlo, para amarlo y servirlo.
Así, podremos cuidar mejor de los nuestros, cuidar con más responsabilidades de las cosas que nosotros tenemos, porque tenemos que tener criterios de valores, tenemos que tener una escalera de valores dentro de nosotros. Si, en nuestra escaleras de valores, el amor a Dios esta en primer lugar, podemos tener la seguridad de que nosotros sabremos amar de forma ordenada todas las cosas, y no va ser pesado seguir Jesús.
Se convierte pesado seguir Jesús, porque nosotros tenemos el peso del mundo en la espalda. Amamos mucho el mundo, las de él, y es difícil renunciar al mundo. Es difícil un chico que queda todo el día en su videojuego, en su computador, en su celular, tiene que dejar para ir a Misa, para ir para sus compromisos religiosos.
Es pesado hacernos la oración de la noche, la oración de la mañana cuando estamos llenos de cosas más importantes que ponemos dentro de nuestro corazón. Aquí, es cuestión de invertir, es cuestión de llenarnos de Dios, de la gracia de Él para cumplir nuestros deberes, obligaciones y responsabilidades.
Estamos quedando enfermos, pesados, porque hacemos lo contrario, llenamos del mundo, de las cosas de él, de las tareas, obligaciones y de todo más; centramos en los amores del mundo, pero, después que todo eso queda pesado, queremos recurrir a Dios, pero no conseguimos, porque no tenemos tiempo para rezar y ponernos en la presencia de Él.
¡Dios te bendiga!