“Jesús le respondió: Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican” (Lc 11, 28).
Lo que la mujer esta exaltando: “Feliz el vientre que te trajo y los senos que te amamantaran”, no puedo asegurar otra cosa que no sea: ‘Feliz, de hecho, es el vientre de María, los senos de María que amamantaran Jesús, que recibieran y cuidaran de Él”.
Cuando contemplo la Virgen María, hablo: “¡Que bendición! ¡Que gracia! ¡Que bienaventurada es esta mujer!”. Como hablo de mi madre: “¡Que alegría, mama! Tu eres el vientre que me trajo. ¡Tus senos que me amamantaran!”. No puedo dejar de reconocer jamás la grandeza, la felicidad en reconocer la madre que me engendró y me armamento.
Jesús no quita esta felicidad, por el contrario, Él la exalta y la pone en el sentido más pleno: “La felicidad mayor de aquella que me trajo, de aquella que me engendro y me amamanto, fue haber escuchado mi Palabra y haber puesto en practica, por eso, Ella es plenamente feliz”.
Por eso, te digo: lo que convierte la vida humana feliz no es nuestra conexión física. Es una felicidad para una madre engendrar un hijo, es una gracia para un padre ser un padre, es una gracia realizar lo que realiza, hacer parte de la Iglesia y del pueblo de Dio, eso es la gracia, pero no es la gracia mayor.
¡Como necesitamos desdoblarnos en la practica de la Palabra!
La gracia mayor que da la vida plena a nosotros, primero es escuchar la Palabra de Dios. Jesús va recordar que muchos desearan escuchar esta Palabra y no pudieran escuchar; como muchos hoy desean escuchar, pero no tiene la oportunidad de escuchar como estamos escuchando.
¡Vamos escuchar! Cuando hablo “escuchar” es volver los oídos enteramente para que la Palabra de Dios entre en nosotros, este en nosotros y se cumpla en nosotros. No encuentre un tiempo más bendecido en tu día que aquel momento que tu recoges el amor de Dios en ti. Por eso, si recoja en el rincón que puedes y que tienes condición para reflexionar la Palabra.
Una vez reflexionando, escuchando y dejando Dios hablar a tu corazón, por medio de Su Palabra, practique la Palabra. Porque muchos escuchan, predican, anuncian la Palabra, pero no la practican. Es una tentación para la vida de cada uno de nosotros. ¡Como necesitamos desdoblarnos en la practica de la Palabra!
No podemos escuchar Dios hablar de humildad y no esforzarnos, no trabajarnos para sernos una persona humilde; no puedo ver la Palabra de Dios hablando sobre el amor, y decir: “El amor es lindo. Es la cosa más perfecta”. Pero, ¿dónde esta el amor desdoblado en mis actos, en las actitudes, en que realizo?
No basta escuchar la Palabra. Es necesario escuchar, ese es el primero paso; la primera felicidad es de quien escucha, pero la felicidad plena es de quien practica lo que escucha.
¡Dios te bendiga!