“Pero no será así entre ustedes. Al contrario, el que de ustedes quiera ser grande, que se haga el servidor de ustedes, y si alguno de ustedes quiere ser el primero entre ustedes, que se haga el esclavo de todos. Hagan como el Hijo del Hombre, que no vino a ser servido, sino a servir y dar su vida como rescate por muchos” (Mt 20, 26-28).
Miramos el ejemplo del Evangelio de hoy, cuando la madre de los hijos de Zebedeo, Tiago y Juan, do discípulos, incluso muy cercanos de Jesús, va hacer un pedido que puede parecer inusitado, pero es el anhelo de muchas madres de querer ver sus hijos valorizados y exaltados; de querer ver sus hijos delante, ver sus hijos más importantes que los demás.
Quedo mirando, muchas veces, cuantos padres y madres les gustan quedar hablando sobre sus hijos: “Él es el primer en la escuela…”. Es una lista de orgullo y de ventajas. Cada madre y cada padre tiene el derecho de estar orgulloso de su hijo y de su hija, solo toma cuidado para que estos sentimientos no se llenan de vanidades y soberbia, toma cuidado para que estos sentimientos de exaltación no sirvan para humillar los demás.
Para Dios, el mayor no es aquel que se exalta, y si aquel que se humilla, para Dios el mayor es aquel que aprende que todo que sabe, que todo que tiene, dispone para servir los demás.
Que podamos aprender con el Maestro Jesús que el sentido de la vida es servir
En la sociedad de las ventajas, como la nuestra en que vivimos, las personas quieren destacarse con lo que tiene, con lo que pueden o lo que conquistaran. Es la sociedad donde las personas quieren destacar sus conquistas materiales, los trofeos, los títulos, premios, cuentas bancarias, viajes.
Las personas quieren destacar a partir de sus referencias materiales y, muchas veces, los hijos son alimentados por eses sentimientos. En la escuela, quieren prevalecer sobre sus amigos, en las conversas quieren destacarse: “Estuve en más lugares”, “Conocí más eso”, y así por delante. Estos sentimientos son mundanos y deben ser purificados de nuestro corazón.
Que maravilla ver un dialogo donde la persona tiene capacidad y coraje de hablar se sus dificultades, de las luchas, de las conquistas, pero también de las debilidades y de las derrotas; admitir que en la vida no esta siempre teniendo éxitos en lo que realiza. Aquí no es una cuestión de vivir llorando, remusgando o se poniendo como víctima, es una cuestión de ser humilde, de no querer siempre destacarse, es una cuestión de no querer ponerse por encima de los demás. Es una cuestión de percibir y no ser aquella persona pesada e inconveniente que siempre en las conversas solo quiere decir ventajas.
Es difícil una persona verdaderamente humilde, en los tiempos que estamos viviendo. Quiere llevar ventaja en todo no es bueno, es engañoso y lleno de ilusiones, es la persona quien engaña a sí misma y, al mismo tiempo, quiere vivir también engañando e iludiendo a los demás.
Que podamos aprender con el Maestro Jesús que el sentido de la vida es servir. Si tenemos que contar algo para alguien, es como estamos sirviendo, como estamos poniendo a disposición y ayudando el mundo ser mejor.
¡Dios te bendiga!