Si no miramos el Reino de Dios con la mirada del sobrenatural, de la gracia, no somos agraciados
“Si hay un lugar donde un profeta es despreciado, es en su tierra, entre sus parientes y en su propia familia. Y no pudo hacer allí ningún milagro. Tan sólo sanó a unos pocos enfermos imponiéndoles las manos.” (Mc 6, 4-5).
Jesús no fue acogido entre sus parientes, aquellos que eran más cercanos de Él. ¿Cuando Jesús no fue acogido? El Evangelio muestra que, en el sábado, Jesús comenzó a enseñar en la sinagoga y muchos que lo escuchaban, quedaran admirados con la sabiduría, con lo que salía de Él. Muchos que escuchaban Jesús podían, de hecho, ser transformados por la gracia, sin embargo, muchos, incluso Sus parientes, pararon en las objeciones de la razón, pararon en los interrogatorios humanos, no se dejaron guiar por la gracia y, por esta razón, no experimentaran la gracia de Dios; la presencia de Él; no experimentaran lo que Él trajo.
Los parientes de Jesús quedaron escandalizados, porque miraron para Él solo de forma humana, no se han visto o no abrieron para ver lo sobrenatural que estaba en Él.
Muchas veces, no experimentamos la gracia de Dios en nosotros, porque estamos mirando el Reino de Dios solo por la óptica humana y natural. Queda todo tan natural para nosotros: “Yo conozco el padre. Yo conozco aquella persona de la iglesia”, y comenzamos mirar las cosas de una forma humana. Comenzamos a criticar, a ver los defectos, los problemas; no vemos la gracia y ella no llega hasta nosotros. No es porque la gracia no esta, es porque no estamos mirando las cosas en la óptica del sobrenatural, y así, las conversaciones, las objeciones que hacemos son siempre de orden humana.
Somos humanos, pero, nuestra humanidad es transformada, tocada, agraciada por la presencia divina de Dios en nuestro medio. Si no miramos el reino de Dios, con la mirada del sobrenatural, no somos agraciados.
El Reino de Dios está aquí, Jesús esta entre nosotros, pero, si no nos abrimos para ver lo sobrenatural que viene del Reino, no somos tocados, no somos convertidos y ni absorbemos la gracia. Por eso motivo Jesús no puede hacer muchos milagros, no puede implantar el Reino de Dios en muchos lugares, y ni en Su propia tierra, pero no porque Él no quiere, y sí porque las personas se cierran, pararon solo en el humano, en el natural.
El Reino de Dios nos lleva para la gracia sobrenatural.
¡Dios te bendiga!