“Al llegar a la otra orilla, a la tierra de Gadara, dos endemoniados salieron de entre los sepulcros y vinieron a su encuentro. Eran hombres tan salvajes que nadie se atrevía a pasar por aquel camino. Y se pusieron a gritar: «¡No te metas con nosotros, Hijo de Dios! ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?»” (Mt 8, 28-29).
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Mis hermanos y mis hermanas, pensemos por un momento: si Jesús fuera un aprovechador de la miseria humana, seguramente el episodio de hoy rendirá a Él muchas visualizaciones; seguramente, Él transformaría ese acto de exorcismo en un exhibicionismo.
Porque, muchas veces, especialmente en los tiempos de hoy, los elementos de la fe van convirtiendose expresiones de espectáculo, en lugar de convertirse en oportunidades de conversión. Eso es muy importante y nosotros no podemos perder nunca el sentido verdadero sobre cada elemento de nuestra fe.
Desgraciadamente, en los tiempo de hoy, se perdió la noción, de hecho, de que nosotros luchamos contra las fuerza del mal – el mal que se aprovecha de todo para desviar nuestra mirada de Cristo y fijarnos en las situaciones.
Recientemente – no sé si es de tu conocimiento –, fue lanzado más uno de aquellas películas sobre el exorcismo. Llena de efectos especiales, hollywoodianos, con un texto que, muchas veces, acaba la sacralidad de un ritual que el propio Jesús practico en su ministerio: el exorcismo. ¡Y nosotros necesitamos tener cuidado para no dejarnos contaminar por eso!
El mal pone barreras en nuestra vida, el mal intenta poner obstáculos para que nosotros lleguemos en la gracia de Dios
Porque el verdadero exorcista del Papa nunca fue un actor, nunca fue un exhibicionista. Entonces, nosotros cristianos católicos necesitamos estar muy atentos sobre aquello que parece en los tiempos de hoy, porque nuestra mirada puede desviarse y nosotros perdemos la dimensión espiritual de ese ser, que ya decía Pablo VI: “El mal es un ser vivo, espiritual, pervertido y perverso, un agente oscuro y enemigo”.
San Pablo VI nos advertía sobre el peligro de lidiar con el mal como si él no existiese, como se fuesen cuentos del Evangelio, de la Biblia, pero que no tuviese una incisión sobre nuestra vida.
La primera lección que el Evangelio de hoy nos enseña es, justamente, nos advierte para la existencia del mal, que intenta, 24 horas, nos quita de Cristo, nos aparta de Él. La otra lección que nosotros podemos quitar esta en el hecho de que nadie podía más pasar por aquel camino, dijo el Evangelio.
El mal pone barrera en nuestra vida, el mal intenta poner obstáculos para que nosotros lleguemos en la gracia de Dios, pero es Cristo quien viene para liberarnos, es Cristo quien viene arrancar de nuestra vida todas las barreras y hacer de aquel mal que había en nosotros una ocasión de liberación.
Entonces pide, hoy, que Nuestro Señor pueda quitar de tu vida todos los obstáculos puestos por el mal para que tu no experimentes la gracia de Él.
¡Tu, seguramente, ya has vivido experiencias así! Cuantas veces tu querias confesar, ya has marcado tu atendimiento y alguna cosa ocurrió y tu no has ido. No podemos perder nunca la visión espiritual de que el mal no quiere que experimentemos la gracia de Cristo. Pidamos, hoy, la liberación para nuestros corazones.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!
