Todas las impurezas y maldades necesitan ser lavadas y purificadas de corazón del hombre
“Escúchenme todos y entiéndanlo bien. Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre” (Mc 7, 14-23).
Esta enseñanza de Jesús va allá en el fondo de nuestra alma y de nuestro corazón. Sé que necesitamos preocuparnos con lo que comemos, tiene comidas que hacen bien y aquellas que no hacen. Pero, el gran problema no es la cuestión de los alimentos: lo que comemos o no; y sí, lo que estropea las relaciones humanas, aquello que ya esta dentro de nosotros, y no lo que vamos recibir.
Porque es de dentro de nuestro corazón que salen las cosas buenas, la verdad; además, no podemos negar que, también, están dentro de nosotros las cosas malas, maliciosas y estropeadas. La envidia en nuestro corazón, así como la maldad, la malicia, los malos deseos, impurezas y adulterios.
¡Nadie comete el mal de una hora para otra, no existe eso! Nadie roba, adultera y hace una cosa grave si, primero, eso no está en la cabeza; y esta, piensa en lo que el corazón guardó. Entonces, de tanto guardamos cosas estropeadas en nosotros, vamos cometer algún error: hablar lo que no quería; hacer lo que no debería.
Nosotros acostumbramos con cosas pequeñas y creemos que ellas no tiene problema: “yo solo tomé una cosa y no devolví”, “tuve solo un mal pensamiento”. Es necesito purificar el corazón de todo mal, para que ese mal no está alineado y escondido dentro de nosotros, para que no esté soplando en nuestra mente las disposiciones para aquello que no es correcto.
Por eso, lo más importante es permitimos que Jesús nos purifique por dentro, que Él lave nuestro corazón purificando nuestras intenciones, renovando nuestra mentalidad, y nuestra forma de pensar. Porque lo que somos, no es solo lo que vemos de fuera, pero principalmente, lo que ya está dentro de nosotros. Que reconozcamos lo mucho que nuestro interior, nuestro corazón, nuestra alma y voluntad necesitan, a cada día, de purificación y de renovación.
¡Dios te bendiga!