“Cuando los lleven ante las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no se preocupen de cómo se van a defender o qué van a decir, porque el Espíritu Santo les enseñará en ese momento lo que deban decir” (Lc 12, 11 -12).
El Espíritu Santo es nuestro maestro, es nuestro amigo, es Él quien debe guiarnos en todo lo que realizamos.
Delante de muchas injusticias que vemos y vivimos, delante de calumnias, difamación, situaciones opuestas con las cuales lidiamos en esta vida, delante de las adversidades, tenemos un compañero, un amigo, y no estamos solos.
Preferimos, muchas veces, cerrarnos en nuestra tristeza, en nuestro resentimiento, en nuestro rencor, o quedarnos atormentando nuestra consciencia con lo que escuchamos del otro.
El Espíritu Santo es nuestro amigo y maestro. No necesitamos quedar perdiendo noches de sueño para saber lo que vamos hablar para el otro, como vamos defendernos. Cuando vivimos la verdad, el amor y la justicia, y tenemos rectitud de consciencia o una consciencia recta y no laxo, podemos quedar tranquilos. Por más que quedemos incomodados, el Espíritu guía nuestra defensa, nos da palabras correctas e inspiradas, porque no es con lo las palabras del mundo ni con el espíritu mundano que tenemos que defendernos del mundo.
El Espíritu Santo es nuestro maestro, es nuestro amigo, es Él quien debe guiarnos en todo lo que realizamos
Es con el Espíritu de Cristo, inspirado por Él, que tenemos que lidiar con todas las adversidades del mundo y de los tiempos en que vivimos.
No hay gracia mayor que ponernos en la presencia de Dios para testimoniar Jesús, para que nuestra vida sea un testimonio vivo de que Dios esta en nosotros y vivismo la vida por Él sin preocuparnos.
Nuestra única preocupación es estarnos en Dios, es vivirnos en Él, es hacernos la voluntad de Él, es sernos sumisos a Él. En la sumisión a Dios buscamos la serenidad, la serenidad y la sobriedad. La serenidad para no exasperar ni desesperar; la seriedad para guiar la vida en la luz y en la dirección de dios, viviendo intensamente la verdad, porque es en la verdad que Dios nos guía a cada día.
¡Dios te bendiga
