“Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo” (Jn 16, 13).
¡Como necesitamos de la verdas! ¡Vivimos en un mundo donde prevalecen muchas mentiras, falsedades, fakes, cosas equivocadas! Y lo peor: verdades que son dichas como mentiras. No conocemos la verdad sobre nosotros, y siempre creemos que somos dueños de ella, que esta siempre en nosotros.
Peleamos, nos llenamos de orgullo, creamos discusiones, porque queremos ser dueños y señores de la verdad, pero esta es una solo, la verdad que viene de Dios, que nos convence sobre nuestros limites, de nuestras debilidades, de nuestros pecados y de nuestras arrogancia. El pecado que cometemos es no entregarnos para la verdad que es de Dios. La verdad que salva, transforma e ilumina, por eso la acción del Espíritu es libertarnos de toda y cualquier mentira que hay dentro de nuestra mente y de nuestro corazón.
El Espíritu nos arranca del poder de las tinieblas, porque ellas, por si mismas, son el reino de las mentiras, falsedades, ilusiones y engaños. Pasamos buena parte de nuestra vida engañando a nosotros y a los demás, pero eso ni siempre es de forma intencional, es porque tenemos muchas ilusiones delante de nosotros. Lo que vemos en la tele, en las propagandas, en los medios, lo que es hablado, nosotros compramos como si fuera lo mejor, el bueno y la verdad. Después de un tiempo, vamos convenciéndonos de que nos iludimos y nos engañamos. El peor aún es cuando no nos dejamos convencer por los errores que cometemos, de las ilusiones que nos roban.
Es en el Espíritu que somos convencido, transformados, iluminados y guiados a vivir en la verdades
Necesitamos ser humildes y tener la gracia del Espíritu para tener conocimiento de lo que es la verdad, por eso la acción del Paráclito es para convencernos sobre Jesús, porque Él es la verdad, la Palabra de Él es la verdad. Escuchamos la Palabra de Él, pero quedamos con nuestra propia palabra, con nuestras propias convicciones, con nuestras afirmaciones e ilusiones.
La verda es que necesitamos dejar lo que nos convence de forma humana y mundana para prendernos a la Palabra que nos salva. La Palabra de la verdad es Jesús, y si queremos permanecer en la verdad que liberta, necesitamos permanecer en Él. Es en el Espíritu que somos convencidos, iluminados y guiados a vivir en la verdad.
¡Dios te bendiga!
