23 Jun 2018

El dinero es el gran promotor de las injusticias en el mundo

La gran injusticia de este mundo es dejar de servir a Dios para servir al ‘dios’ de este mundo que es el dinero

“Nadie puede servir a dos patrones: necesariamente odiará a uno y amará al otro, o bien cuidará al primero y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir al mismo tiempo a Dios y al Dinero” (Mt 6, 24).

Las palabras de Jesús pueden parecer duras, pero ellas son verdaderas, necesitamos de ellas para que nuestra vida camine en la medida correcta, es la justa medida para nuestro corazón.

No podemos servir a dos señores. Dios es Dios y el dios de este mundo es el dinero, no necesitamos tener ninguna duda a respecto de eso. Es el mercado financiero con todo aquello que él tiene de desdoblamientos que manda en la vida, en los negocios y en las relaciones. El dios dinero, muchas veces, manda hasta dentro de la iglesia, en las personas de la iglesia, en las relaciones que las personas establecen unas con las otras.

No podemos ser dominados por el Dios de este mundo, por el contrario, tenemos que servirnos del dinero para que él promueva paz, justicia y el bien común. El dinero, muchas veces, es la mercadería y el mecanismo para el enriquecimiento de algunos y el empobrecimiento de gran mayoría. El dinero es el gran promotor de las injusticias en el mundo.

Están preguntando porque Dios permite tantas injusticia, pero Él no permite ninguna injusticia, Él llora con las injusticias de este mundo. La gran injusticia de este mundo es dejar de servir a Dios para servir al dios de este mundo que es el dinero.

Si los corazones servir a Dios, el dinero no sería utilizado para algunos enriquecían, para unirse solo para sí, pero repartir lo que Dios dio para todos con todos. La práctica perversa de unos tener más que otros, nunca es bendecida por Dios.

El dinero, conseguido con sudor en el bolsillo, con el trabajo es más que justo, más que honesto y necesario, pero esclavizarse por el dinero y dejar que él mande en nuestras relaciones es la gran perversidad del mundo en que nosotros vivimos.

“No anden preocupados por su vida” (Mt 6,25). El dinero nos lleva a tener una vida excesivamente preocupada con los acumulos? ¿Qué voy tener? ¿Qué voy comer? Nunca estamos satisfecho con la ropa que tenemos, con la comida que comemos, con aquello que podemos. Estamos siempre preocupados en tener más.

Cuanto más nos preocupamos con las cosas del mundo, menos nuestro corazón se ocupa de Dios y Él puede ocuparse de nosotros para ayudarnos a tener una vida justa, correcta y sobria.

No sirvamos al dios de este mundo, sirvamos unicamente aquel que es nuestro Dios y Señor.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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