“Después les preguntó: ¿Qué nos permite la Ley hacer en día sábado? ¿Hacer el bien o hacer daño? ¿Salvar una vida o matar” (Mc 3, 4).
Mira las actitudes de los hombres religiosos de la época de Jesús. Había un hombre con la mano resecada que fue simplemente ignorado, como es ignorada la persona en la situación en que se vive, sea con enfermedades, con impurezas que muchas veces son tratadas estas condiciones y ellas son dejadas de lado.
Ahora, se tratando de un día de sábado, y el sábado es todo para la observancia religiosa de estos hombres, Jesús mira para ese hombre de mano seca, pide no solo para él levantarse, pero también para quedar en el medio, es decir, que él sea el centro de las atenciones.
Aquello que es ignorado por ellos hombres es centralizado por Dios. Aquello que los hombres dejan de lado, Dios pone hacia a frente. Aquello que, para nosotros, muchas veces, no hay importancia, es el más importante para Dios. El dolor del otro, el sufrimiento del otro, el rechazo que la persona vive y sufre, y no importa el día de la semana, el mes del año, lo que importa es que todo y cualquier sufrimiento necesita ser acogido, recordado y cuidado.
El bien necesita ser hecho a todo y a cualquier momento
Cuando Jesús pregunta: “¿Es permitido en el sábado hacer el bien o hacer el mal?”, el bien es permitido; y es hasta redundante decir esto: ¡el bien necesita ser hecho a todo y cualquier momento; no existe día para hacer el bien!
Es verdad que las personas se dejan llevar por el sentimiento que viene en algunas épocas del año, cuando llega la época del día de las madres, las personas recuerdan de las madres, recuerdan de las madres olvidadas; cuando llega una campaña del día del deficiente, el día de ese o de aquella otra situación, tal vez, las personas se recuerdan.
Y cuando hablo “las personas”, estas personas somos nosotros, tan aturdido con nuestra vida presente, con nuestras preocupaciones y ocupaciones, que dejamos de lado estas cosas, estas personas, estas situaciones porque parece que ellas no son importantes. Para Dios ellas siempre son importantes, para Dios estas personas deben siempre ocupar el centro y no importa la ocasión o situación.
Tu puedes estar todo centrado en lo que estas haciendo, porque lo que es muy importante para ti tu ignoras, dejas de lado, no te recuerdas o no te importas ver quien sufre, quien padece, quien está enfermo.
El corazón de Dios esta siempre vuelto para el pobre y sufridor. Que nuestro corazón se convierta en el corazón del Señor.
¡Dios te bendiga!