“Ve a los caminos y a lo largo de los cercos, e insiste a la gente para que entre, de manera que se llene mi casa” (Lc 14, 23).
La parábola que nos fue relatada en el día de hoy nos trae la feliz bienaventuranza de aquel que come el pan en el Reino de Dios. Es la parábola del padre que prepara un gran banquete e invita todos para que vengan. Él invita aquellos que está más cerca, para que participen de tu banquete, pero – y aquí hay algo muy importante – en el momento que el empleado va llamar los invitados porque la mesa ya esta lista, el banquete ya esta puesto, un comienza a dar disculpa: “Tengo un campo, tengo una cosa para solucionar”, el otro trae disculpa, y cada un va trayendo una disculpa o una respuesta para no comprometerse, para hacerse presente.
Quedo imaginando como es triste para el padre, para aquel que preparo un banquete, para aquel que preparo una fiesta e invito cada una de las personas, pero ellas simplemente o tuvieran consideración. Lo que falto aquí, en realidad, fue consideración. Las disculpas nosotros inventamos muchas veces, fantaseamos cosas, creamos e incluso mentimos, para darnos disculpas cuando no queremos comprometer con alguna cosa.
Sinceridad es una virtud para poco, es más fácil las personas quedar con rodeos, inventando, disculpándose, que decir “No puedo”; “Es porque no quiero ir”.
El banquete esta puesto, solo no podemos comportarnos con indiferencia para con las cosas del Señor
Muchas veces, estamos así en el Reino de Dios también, porque eso el Reino es quitado de nosotros y es dado para otros que, inmediatamente, responden al llamado, a los abandonados, a los que, muchas veces, no damos importancia.
Por supuesto que Dios se importa con todos, por supuesto que Él llama a todos, y el banquete es preparado para todos. Nosotros, sin embargo, somos, muchas veces, los primeros llamados, pero somos aquellos que responden con indiferencia o con desprecio.
No seamos indiferentes con nadie ni hagamos desdén con quien da importancia para nosotros; especialmente, no seamos indiferentes para con Dios. El banquete esta allí, la Eucaristía esta allí para ser adorada y amada. La Eucaristía esta allí para ser el banquete de la vida para todos nosotros.
No hagamos desdén con el Cuerpo y el Sangre del Señor, no hagamos desdén con el Pan de la Palabra que sana nuestra vida. Muchas veces, dejamos la Biblia, la Palabra de Dios, el Pan de la Palabra que nos alimenta de lado.
El banquete esta puesto, solo no podemos tener disculpa ni comportarnos con indiferencia para con las cosas del Señor.
¡Dios te bendiga!
