11 Feb 2018

El amor de Jesús sana la enfermedad

Jesús nos pide para amar y cuidar de los nuestros

“Se le acercó un leproso, que se arrodilló ante él y le suplicó: Si quieres, puedes limpiarme. Sintiendo compasión, Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo: Quiero, queda limpio. Al instante se le quitó la lepra y quedó sano” (Mc 1, 40 – 42).

Sabe, mis hermanos, nosotros no podemos mirar solo para la lepra como más una enfermedad. La lepra que, hoy, conocemos como hansen tiene cura y tratamiento, pero antiguamente no. Y, no era solo la cuestión de la erupción de la piel de la persona, porque aquella carne quedaba con mal olor, podrida y nadie llegaba cerca de aquella persona por el miedo de quedar igual a ella, tenía también la cuestión del leproso tener que alejarse de todos. La primera lectura de hoy prescribe justamente eso, alguien que aparenta tener lepra era levado al sacerdote y solo después que fuera purificado, podría volver para junto de las personas, de lo contrario, él viviría marginado.

Todas enfermedades mal comprendida y mal cuidad, no era bien vista por los demás y llevaba a la persona a vivir lejos de los demás. Cuando el SIDA llego en nuestro medio, nadie quería saber de mirar para una persona que sufría de ese mal. Cuantas otras enfermedades aún no hay en nuestro medio, y las personas que las tienen, son vistas con un cierto cuidado, no puede acercarse de ellas.

En realidad, la lepra es el corazón contaminado por cualquier especie de prejuicio, es aquel corazón que no sabe ver a los sufren. Sea cualquier enfermedad es necesario de la presencia amorosa de Dios. Cuantos de nosotros necesitan cuidar; ser presencia; abrazar y dar lo mejor de nosotros al otro, por medio del amor que tenemos en nuestro corazón por aquellos que sufren.

Jesús tienen compasión de este hombre. Él se acerca y dice: “Señor si quieres, el Señor puede sanarme. Primero, si quieres, el Señor puede acogerme”. Jesús dice: ‘¡Sí, yo quiero! ¡Quiero te acoger, te amar, cuidar de ti y quiero que te quedes sanado”.

Nosotros necesitamos queremos amar, sanar y ser presencia de Dios en cualquier enfermedad que los nuestros puedan vivir, sufrir o pasar.

Nuestro corazón no puede ser, de ninguna forma, movida por el prejuicio, por la ignorancia o por la falta de amor verdadero. Quien es sanado por Jesús, se llena de compasión. Y esta compasión no es pena, pero es amar, sufrir y estar junto. Es decir que ‘estoy contigo en lo que estás viviendo”.

Que nuestro corazón se llene de compasión de Dios, para cuidar de los dolores y de las enfermedades de aquellos que sufren.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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