“En verdad les digo: nunca encontré en Israel alguien que tuviera tanta fe” (Mateo 8,10)
Jesús estaba elogiando al oficial romano porque se le acercó suplicnando por su empleado que estaba en cama, enfermo, que estaba sufriendo mucho.
Ese oficial romano sabía que, con todo su poder, con su dinero, no era capaz de sanar a su empleado, pero sabía que Jesús podía. Por eso, colocó toda su fe y confianza en Jesús.
La pregunta que nos tenemos que hace: “¿Dónde estamos colocando nuestra fe? ¿En qué estamos depositando nuestra confianza? ¿Para quién estamos mirando para buscar nuestra salvación, nuestra restauración y la sanación de los nuestros, la salvación de nuestra casa y de nuestra familia?
La verdad es que, muchas casas se perdieron cuando colocaron en el dinero, en las personas y en la proesperidad su salvación. La verdad es que muchos de nosotros perdemos también cuando dejamos de mirar a Jesús para mirar hacia nosotros, para el mundo, para las personas, colocando nuestra confianza, nuestra esperanza y salvación.
Jesús es nuestro salvador. Él nos puede salvar, sanar y restaurar. Ese oficial romano no fue a buscar simplemente la sanación de ese oficial romano. La verdad, la sanación quiere decir la salvación y bastaba una palabra de Jesús para que el oficial fuera salvo.
Miremos hacia Jesús y permitamos que su salvación llegue a nosotors, a los nuestros, a nuestra casa y nos sane a todos
Basta una palabra de Jesús, basta que la palabra de Jesús entre en nosotros para que seamos salvos.
Vivimos tantas angustias y tribulaciones, pasamos por tantos sufrimientos y tiempos difíciles en los tiempos en que nos encotnramos que para no perdernos en medio de tantas confusiones es muy facil si estamos al lado de Jesús. Pero necesitamos mirar hacia Él.
Los judíos tenían a Jesús, pero muchos no miraban hacia Él, muchos no colocaban en Él toda su confianza y esperanza, pero ese no era un judío, era un oficial romano, era tenido como un pagano y, por eso, Jesús dijo: “Muchos vendrán de Oriente y de Occidente y se sentarán a la mesa en el Reino de los Cielos”.
Quien ha de sentarse con Jesús no es el que tiene título de cristiano, no es el que tiene esta o aquella denominación. El que va a sentrase con Jesús es el que mira hacia Él, quien coloca en Él su fe, su confianza, su esperanza y sabe que solo Él puede salvarnos.
Miremoslo a Jesús y permitamos que su salvación llegue a nosotros, a los nuestros, a nuestra casa y nos sane a todos.
¡Dios te bendiga!