“Entonces su madre y sus hermanos vinieron a él; pero no podían llegar hasta él por causa de la multitud. Y se le avisó, diciendo: Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte. El entonces respondiendo, les dijo: Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la hacen” (Lucas 8, 19-21).
Para que puedas reflexionar y comprender el vídeo necesitas ‘accionar el subtitulo en español’:
Mis hermanos y hermanas, las relaciones de proximidad con Jesús son definidas por Él en dos palabras. Aquí, el término original nos ayuda a comprenderlo: akouontes y poiountes, es decir, aquellos que escuchan y aquellos que practican.
Escuchar, aquí en el sentido de adherirse, de prestar profunda atención a aquello que se escucha.
Practicar, aquí en el sentido de hacer algo a partir de algo, actuar correctamente, observar atentamente una determinada realidad.
¡Escuchar la Palabra de Dios y ponerla en práctica!
Con esto queda claro que no basta con ser un pariente consanguíneo de Jesús.
No podemos decirle a Jesús cuando estemos frente a frente con Él: “Mira, mis abuelos eran muy devotos, eran muy católicos, frecuentaban la Iglesia… Mira, mi padre era ministro de la eucaristía; mira, mi hermano era sacerdote; mira, mi esposa es muy devota”. Cada uno necesita escuchar y practicar la Palabra de Jesús.
También queda claro que no basta con ser una multitud que sigue a Jesús. Porque verán que los parientes no conseguían acercarse a Jesús por causa de la multitud. Tampoco basta con ser multitud. No podremos decirle a Jesús cuando estemos frente a frente con Él: “Mira, yo estuve en aquel encuentro con 100 mil personas; mira, yo hice el ECC, hice el encuentro de jóvenes, hice el campamento, era del apostolado, era del Rosario de los hombres, rezaba el rosario de la madrugada”. Cada uno necesita escuchar y practicar la Palabra de Jesús.
El argumento de la multitud tampoco servirá. Ni parentela, ni multitud.
Jesús necesita ser amado personalmente, necesita ser escuchado y necesita ser vivido por todos nosotros. Solo así formaremos parte de la familia de Jesús, seremos miembros de la familia de Dios.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!