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El Evangelio de hoy habla sobre renuncia. El texto dice lo siguiente: “Quien no carga su cruz y no camina detrás de mí no puede ser mi discípulo”. Cualquiera de vosotros, dice también el texto, si no renuncia a todo lo que tiene, no puede ser mi discípulo.

Es necesario dejar

Hermanos y hermanas, caminar detrás de Jesús es la condición de la renuncia. Seguirlo es lo que da sentido al dejar personas, al dejar cosas, al dejar proyectos. Proyectos que eran nuestros, pero que tal vez no estuvieran en el corazón de Dios. Lo que da sentido es caminar detrás de Jesús, es tener una vida de seguimiento.

Quien camina detrás sigue a aquel que es la referencia, aquel que es la punta de la flecha. Pero no es un simple dejar cosas, personas y proyectos, no es un simple dejar por dejar, es dejar porque ama. Dejo estas cosas porque amo a Dios más que todo eso, porque amo a Jesús más que todas esas realidades. Es dejar, hermanos y hermanas, por amor, es dejar para seguir a Aquel que amo, Jesús.

¿Quién está dispuesto a dejar? ¿Tú estás dispuesto? ¿Estás dispuesto a dejar todo, dejar todas esas otras realidades para que la luz de Cristo resplandezca y aparezca en ti? ¿Para que la luz de Jesús aparezca en tu vida? Entonces, es la invitación que la liturgia nos hace en este día: renunciar. ¿A qué necesitas renunciar? Tal vez a una relación por amor a Jesús.

Tal vez necesitas renunciar a tu noviazgo, porque Jesús te llama a una nueva realidad. Tal vez necesitas, en este día, renunciar a proyectos para lanzarte al proyecto de Dios para tu vida. ¿Y cuál es el proyecto de Dios para tu vida? Que la luz de Cristo, que la presencia del Espíritu Santo, iluminen tus elecciones, tus decisiones, para que en todo hagas siempre la voluntad de Dios.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!