“En aquel tiempo, dijo a sus discípulos: Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian. Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la capa, ni aun la túnica le niegues. A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva. Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos” (Lc 6, 27-31).
Para que puedas reflexionar y comprender el vídeo necesitas ‘accionar el subtitulo en español’:
Renunciar a ese mecanismo de acción-reacción. Romper una cadena de odio, de maldición, de calumnia, de agresión. Eso no es tarea fácil dentro del cristianismo. Diría que es la parte más exigente de la experiencia cristiana. Porque dejar un pecado, dejar un error moral y convertirse es algo que, a pesar de exigirnos una renuncia, está fácilmente al alcance de todos nosotros. Basta con tener un poco de temor a Dios para corregir algunas fallas y algunos errores. Al menos quien todavía tiene una consciencia en relación al pecado, una consciencia sana. Pero, como decía, romper ese mecanismo de acción y reacción es un acto genuinamente de la persona que ha adherido por completo a Cristo.
El secreto es lograr apagar la llama del mal que el otro enciende ante nosotros. No existe mal alguno que se extinga con otro mal. El mal se prolifera con el mal, y solo es posible vencerlo con el bien, con la fuerza del bien.
Aliado de Dios
La muerte redentora de Jesús es para nosotros la explicación para todo esto. Observemos el contexto de la muerte de Jesús. Allí, fueron crucificados el odio, la maldición, la calumnia, la conspiración, las tramas, las reuniones secretas, los planes diabólicos, la compra de opiniones, la persecución a los adeptos de la justicia, las ofensas verbales y físicas que Jesús sufrió, la apropiación indebida de los bienes del otro (llevaron su túnica). Es decir, en Jesús y en el misterio de su Pasión y Muerte, están condensados todos esos males.
¿Y cómo es que Jesús reaccionó? Pues, en la cruz de Jesús, ese mecanismo de acción y reacción fue cortado definitivamente. Y es eso lo que Jesús tiene para enseñarnos hoy. Vence el mal con el bien, porque, en la cruz de Jesús, fueron aniquiladas todas esas iniciativas de mal. Jesús venció todo eso dando completamente lo contrario.
Alíate con Dios, y verás la victoria sobre todo y cualquier mal que pueda estar cerca de ti.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!