Hay hermanos que llevan el otro para donde quieren, pero necesitamos ser aquellos que llevan la gracia de Dios para el hermano
“Mientras Jesús caminaba a orillas del mar de Galilea, vio a dos hermanos: uno era Simón, llamado Pedro, y el otro Andrés. Eran pescadores y estaban echando la red al mar” (Mt 4,18).
Hoy celebramos el apóstol San André. André podría incluso quedar oculto porque poco se habla o se hace referencia a él. Sabemos que era un apóstol querido y amado por el Señor, y quizás recordemos de él porque es hermano de Simón Pedro.
Algunos pueden pensar: “¿Él es más importante? Es hermano de tal. Es hijo de aquel (….)”, estas son las referencias genéricas que nosotros hacemos. Pero, ¿quien es Andrés? Es el hermano de Simón Pedro.
Mira, André fue un apóstol fundamental y esencial. Cada apóstol tiene su importancia, así como cada uno de nosotros tenemos nuestra importancia. El Pedro que nosotros conocemos, el jefe de la Iglesia, el primer papa, el discípulo primer de Jesús. Todas las cosas que Jesús va realizar, Él hacía referencia a Pedro.
Es Pedro, Tiago y Juan que estaban más cerca de Jesús, es Pedro quien va mandar en la Iglesia de Jesús, la Iglesia Primitiva, pero fue el hermano de él que lo llevó a seguir Jesús. En la narración del Evangelio encontramos eso de forma tan explicita: “Encontramos al Mesías”. Es André quien va llevar a su hermano para ser seguidor de Jesús.
André es el hermano compañero, es el hermano que lleva la gracia de Dios para el otro. Hay hermano que nos llevan para muchos rincones de la vida; que llevan el otro para beber, para jugar; hay hermanos que llevan el otro para donde quieren, sin embargo, necesitamos ser aquellos que, llevan la gracia de Dios para el hermano.
Es necesario ser el hermano, pero no el hermano como Caín, que mató su hermano Abel. No podemos ser indiferentes al hermano, aquí me refiero hasta el hermano de sangre, hijo del mismo padre y de la misma madre.
Andre era hermano de Simón Pedro y llevó a su hermano para que conociera Jesús. ¿Ya has llevado la gracia de Jesús para tus hermanos? No haga eso queriendo forzar o obligar. Haga eso con la ternura de Andre, porque él no tenía aquel ímpetu, aquel sentimiento fuerte con tenía Pedro, pero tenía la docilidad.
Él era aquel apostol, aquel hombre, con el temperamento manso era reflexivo. Pedro ya era más agitado. El hecho de ser más sereno ayudó el otro a encontrar el Señor. Aún que, nuestro temperamento no sea como el de André, aún así, que encontremos en la serenidad, la calma, en la sabiduría, el camino para seguir Jesús.
¡Dios te bendiga!