“Cuando a Isabel se le cumplió el tiempo de su embarazo, dio a luz un hijo. Sus vecinos y parientes oyeron que el Señor le había mostrado su gran misericordia, y se alegraron con ella. Al octavo día, fueron a circuncidar al niño y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías. Pero su madre dijo: “No. Se llamará Juan”. Le dijeron: “No hay nadie en tu parentela con ese nombre”. Entonces, por señas, le preguntaron a su padre cómo quería que se llamara el niño. Zacarías pidió una tablilla y escribió: “Juan es su nombre”, y todos se quedaron admirados. En ese mismo instante, la boca de Zacarías se abrió, su lengua se soltó y comenzó a alabar a Dios” (Lucas 1, 57-64).
Conviene que él crezca
Hermanos y hermanas, hoy celebramos la natividad de San Juan Bautista. San Juan Bautista es la voz que clama en el desierto, preparando los corazones para la venida del Señor. Juan Bautista no buscó la gloria personal, sino la exaltación de Cristo.
Él decía: “Conviene que él crezca y que yo disminuya”.
Como Juan Bautista, hermanos y hermanas, debemos anunciar al Señor que viene.
Juan Bautista anunció al Cristo que vino en la encarnación, y nosotros debemos anunciar Su retorno, Su segunda venida; debemos anunciar la Parusía. Hermanos y hermanas, debemos estar preparados y también ayudar en la preparación de aquellos que el mismo Señor nos confía.
Esa preparación pasa por el cambio de mentalidad, por el cambio de comportamiento, pasa por la conversión de nuestra vida.
Si estábamos alejados de una vida en Dios, ahora queremos vivir constantemente en Él, en una vida de entrega en santidad, en una vida de comunión con Dios.
La vida de santidad nos hace ligeros y nos libra de la desesperación en este mundo. La santidad genera paz, pues abrimos el camino a la presencia del Señor en nosotros.
En este día de San Juan Bautista, pidamos la conversión de nuestro corazón, de las realidades profanas, para que pasemos a las realidades sagradas.
Así, juntos, debemos rezar: San Juan Bautista, ruega por nosotros.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!