“En aquel tiempo, Jesús alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios”(Lc 6, 20).
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Jesús alzó los ojos, Jesús puede mirar bien a Sus discípulos porque Él tiene un excelente oftalmólogo con quien, incluso, hace consultas permanentes. Muchas veces, el Evangelio nos dice que Jesús, antes de realizar una determinada acción, miraba al cielo, es decir, contemplaba el rostro del Padre. Jesús no tiene una visión borrosa, no tiene cataratas, no tiene miopía ni astigmatismo.
Jesús contempla el rostro del Padre
Jesús es contemplativo del rostro del Padre, y esta contemplación Le rindió la capacidad también de mirar a Sus discípulos y al pueblo que se acercaba a Él.
En el Evangelio de hoy, cuando mira a Sus discípulos, Él afirma: “Bienaventurados vosotros, los pobres”. El término “Ptoroi”, que aparece aquí, indica no una pobreza financiera, sino una total dependencia de Dios. Es así como Jesús ve a Sus discípulos, totalmente dependientes de Dios, y es así como Él nos ve a nosotros. “Ptoroi”, como dije, este término traduce un vocablo hebreo llamado Anawin.
Anawin eran los pobres de Dios. Resumiendo, aquel que depende exclusivamente de Dios en todo, sea rico o sea pobre materialmente. Aquel que se ve bajo la mirada amorosa de Dios constantemente, en todas las circunstancias. No se siente abandonado en el momento de dolor o de tribulación, no se siente desamparado en el momento de aflicción, no se cree mejor que los otros cuando las cosas van bien, porque el sentimiento de filiación que él prueba en su corazón le basta.
Por eso el Reino de Dios pertenece a estos pobres, a estos dependientes de Dios, a estos que tienen a Dios como única riqueza, su mayor tesoro.
Hoy, el Señor también quiere colocar Su mirada sobre nosotros. Jesús alza Sus ojos y quiere también contemplar en mí y en ti estos capaces de depender totalmente de Dios. Vamos lanzarnos en las manos del Señor, vamos a colocarnos enteramente en Sus manos. Nosotros somos dependientes de Él, y Jesús nos mira así, con esa visión bien clara y bien limpia.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!