“Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la Vida” (Jn 8, 12).
En medio a muchas oscuridades del mundo en que vivimos, en medio a muchas oscuridades que están en nuestra alma y en nuestro corazón, es necesario mirar para la luz, es necesario encontrar la luz y dejar que ella brille en toda nuestra vida.
¡Jesús es la luz! La imagen de lenguaje que Él usa para referirse a Él es para entendernos que, en medio a muchas oscuridades, lo mucho que necesitamos encontrar la claridad de la vida, claridad que viene de la luz, la luz que ilumina los caminos y el corazón; la luz que nos da la dirección y no deja nuestro corazón caminar en las tinieblas y en la oscuridad de la vida.
Miremos para Jesús y dejemos que Él disipe las tinieblas de nuestra alma y de nuestra vida. Cuando paramos para mirar nuestra propia vida, percibimos que ni todo brilla, que ni todo es tan claro, tenemos muchas cosas oscuras dentro de nosotros. Nosotros ignoramos, no miramos y caminamos en la oscuridad, caemos, nos herimos y atropellamos unos a los otros, quedamos tristes, pero también herimos, porque cuando no estamos cubierto por la luz, creamos nuestra propia luz.
Es necesario encontrar la luz y dejar que ella brille en toda nuestra vida
¿Sabe aquellas personas que hacen las candilejas para poder ver y tener luz en aquella situación? Esa candileja no trae la verdadera luz. No necesitamos de las candilejas del mundo, necesitamos de luz verdadera, luz autentica y no me refiero a luz que viene de energía eléctrica, es la luz que viene de la gracia que es Dios, porque Él es la verdadera luz y quien esta en Él no esta en las tinieblas.
Es necesario primero reconocer las tinieblas que, muchas veces, toman cuenta de mi alma. Sin vivir una vida religiosa, muchas veces engañosa e ilusoria, donde imagino que estoy en la luz, donde imagino que tengo luz para todo, solución para todo.
La luz que viene de Cristo, primero, brilla sobre las almas humildes, no es sobre aquellos que piensan que son sabios, que pueden todo, que tiene respuesta para todo. Cuantas cosas yo no sí, cuantas cosas no tengo respuesta y abajo mi cabeza y me pongo sobre la luz de Dios, dejando que Él me ilumine.
Dios nos ilumina por el silencio, por la sumisión, por la humildad de dejar Él ser luz, y hablar y conducirnos. No piense que porque llevamos mucho brillo en el rostro, en un mundo lleno de luces artificiales, tenemos luces para las situaciones oscuras de la vida. Muchas veces, caminamos en las fantasías y nos engañamos porque no nos dejamos guiar por la verdadera luz que es Jesús.
¡Dios te bendiga!