“El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada” (Jn 20, 1).
María Magdalena es la primera discípula del Resucitado, es la primera que se encuentra con el Resucitado. María Magdalena es una gran testimonio de la Resurrección de Jesús.
Mira las hechos: ella va al túmulo de madrugada cuando aún estaba oscuro, remete a la propia vida de ella, porque, en la vida, ella experimento un gran oscuridad, ella vivió periodos muy oscuros en la vida. No puedo decir o asegurar con detalles que, vida María Magdalena, María de Magdala, llevo.
Lo que la Palabra nos habla es que Jesús transformo su vida, pues de ella fueron expulsos siete demonios. No voy demonizar, querer acusarla o demoniar, como si ella tuviese sido; algunos dicen que ella fue prostituta. No es eso que la Palabra de Dios nos habla, lo que la Palabra nos habla es que siete demonios estaban sobre ella, es la totalidad de los pecados, pueden ser los siete pecados capitales. Sin embargo, el hecho es que era una alma que vivía en la oscuridad del pecado.
El Sentido de nuestra vida no es solo la vida terrena, Jesús es el sentido eterno y pleno de nuestra vida
Jesús es la luz del mundo, llego para iluminar su vida y su corazón, y desde que la luz de Jesús entro en su vida, Magdalena no fue más la misma persona, ella fue una mujer transformada por la luz, que es Jesús. Y, desde entonces, ella salio de la oscuridad y pasó a caminar siempre en la luz de Jesús. María Magdalena nunca más dejó Jesús, nunca dejó de seguir, amar a Él y volvió para Él todo su corazón. Aquel que quito la oscuridad de su vida paso a ser la luz y la razón de su existencia.
Cuantas tinieblas viven en nuestro corazón, cuantas oscuridad toman cuenta de nuestra alma o cuantas veces nuestra alma vive en la oscuridad del pecado, del mal, del error y de la ignorancia. Jesús es Luz y el Resucitado, así como fue en el corazón y en la vida de Magdalena , quiere ser luz también para nuestra vida.
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Tu imaginas ella aún en aquella madrugada del sábado para cuidar del cuerpo del Señor, para cuidar del cuerpo de Aquel que le dio la vida, aquel que dio sentido para su vida. Ella aún caminaba en la oscuridad de la madrugada cuando llego al túmulo, imagine en el primer momento, el susto que ella llevo por no haber encontrado su Señor.
María Magdalena no sabía más vivir sin Jesús porque Él dio razón y sentido para su vida. Ningún otro sentido va dar razón y sentido profundo a su vida que no sea Jesús.
A veces, ponemos la razón y el sentido de nuestra vida en personas, en cosas, en funciones, en trabajos. Necesitamos del trabajo, necesitamos en esta vida vivir, tener amigos, parientes, padres y tener paz. En nuestra vida necesitamos unos de los otros, pero nadie trae luz y sentido para nuestra vida como Jesús.
El sentido de nuestra vida no es solo la vida terrena, Jesús es el sentido eterno y pleno de nuestra vida. No vamos encontramos con Jesús después que morirnos, porque Jesús vino a nuestro encuentro en nuestra vida para que nuestra vida aquí tenga sentido; y ya un sentido y un sabor eterno. Fue ese sentido que María Magdalena encontró, es así que Dios también quiere que nos encontremos con Él; y Él se convierte la razón y el sentido de nuestro vivir.
¡Dios te bendiga!
