“En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos: «Es inevitable que haya escándalos, pero ¡ay de aquel que los ocasiona! Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de moler y lo precipitaran al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños» (Lucas 17, 1-6).
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Mis hermanos y hermanas, Jesús, como nadie, sabe que somos seres falibles, sabe que nuestra naturaleza humana está marcada por la caída, por el error, por la fragilidad. Jesús conoce el corazón humano.
El Evangelio nos habla de estos posibles errores, Jesús lo deja muy claro, pero el efecto colateral que sigue a algunas de nuestras caídas es el escándalo, es decir, hacer que alguien vacile en su fe o, incluso, que la pierda totalmente a causa de un antitestimonio nuestro. La palabra “escándalo” del griego significa “obstáculo, piedra de tropiezo, como
una trampa”.
Mis acciones no se extirpan solo con la confesión sacramental, pero dejan un rastro en la vida de alguien: son las consecuencias de mi pecado. Podemos y debemos buscar la reconciliación con Dios a través de la gracia del sacramento, donde nuestra culpa será perdonada, removida, pero desgraciadamente nuestro pecado deja rastro, dejamos consecuencias.
Ayudémonos unos a otros a vivir con coherencia nuestra vocación, ayudémonos unos a otros para que Jesucristo sea creíble y el mensaje del Evangelio llegue a muchos corazones
Esta es también la tragedia del abuso, por ejemplo, que hemos tratado de mitigar, no solo en el contexto eclesial, sino en todo el contexto de la sociedad. Las personas que sufren algún tipo de abuso ya no viven su vida con alegría. Muchas de ellas pierden el sentido de vivir, no son felices y se pasan la vida luchando con este drama.
Ciertos actos no pueden considerarse simplemente una debilidad humana, eso lo sabemos, sino que son enfermedades, son desviaciones, son psicosis e incluso en algunos casos delitos, delitos atroces, y debemos ser muy rigurosos al respecto.
Sin embargo, Jesús no deja de señalar qué es lo que verdaderamente puede transformar el corazón de un ser humano, sino el hecho de sentirse perdonado, responsabilizado, por supuesto, pero también perdonado, porque la corrección que implica la reparación a la persona ofendida y a la sociedad, también necesita completarse con el corazón de la persona que ha obrado mal siendo perdonada por la misericordia de Dios, porque nadie está condenado a ser infeliz y desgraciado para siempre, sino que todos pueden recibir la gracia del perdón.
Evitemos los escándalos, corrijamos a quienes obran mal a nuestro alrededor antes de que sea demasiado tarde y ocurra algo peor. Seamos también prudentes, estemos atentos a las cosas que nos rodean. Ayudémonos unos a otros a vivir con coherencia nuestra vocación, ayudémonos unos a otros para que Jesucristo sea creíble y el mensaje del
Evangelio llegue a muchos corazones.
Descienda sobre todos ustedes la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.